Javi Álvarez, Con las ondas en la masa. Capítulo 6. Archipiel, 2018

Con las ondas en la masa

Capítulo 6. Archipiel

jueves 30 agosto 2018
20:25
Música
Arte Sonoro
Sonido

De los instrumentos a la voz. En concreto, a las voces de Archipiel (Álvaro Barriuso y Ainara LeGardon), que nos acerca Javi Álvarez en esta nueva entrega de “Con las ondas en la masa”. 

El dúo nos cuenta, con todo lujo de detalles, sobre los conceptos que sobrevuelan toda su práctica musical: la limitación, en tanto que renunciar a lo que se da bien o se conoce por abordar otra cosa; el aburrimiento como catalizador de algo o de todo; el descubrimiento de la improvisación y la experimentación; y la atención a lo difícil de clasificar. También a su falta de asideros, de referentes, aunque se cuelen los nombres de John Zorn, Fred Frith, Llorenç Barber o Fátima Miranda.... Porque de ahí lo fresco.  

Y así, entre esta frescura y las cosas que rascan, se introducen también algunas piezas suyas, improvisaciones varias realizadas en lugares diversos y con todo tipo de acompañamientos. A la espera de ver qué nos provocan. Será bueno. 

Realización

Javi Álvarez

Locución

(de las cuñas) Ray Jaen, Ana Gonzalez, Cris Blanco, Lucia Perlado, Elena Suarez y voces sintetizadas.

Licencia
Creative Commons by-nc-sa 4.0
Recursos
Capítulo 6. Archipiel

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— Archipiel somos un dúo formado por Álvaro Barriuso y Ainara LeGardon, que soy yo.

— Archipiel somos un dúo formado por Ainara LeGardon y Álvaro Barriuso, que soy yo, y nos dedicamos a trabajar con nuestras voces.

— Yo creo que es una búsqueda de algo que echábamos de menos en nuestros respectivos proyectos o en nuestros respectivos trabajos previos. Asumir riesgos en compañía. Me encanta la potencia que da esto de asumir riesgos acompañado de alguien.

— Archipiel es un proyecto que se define por la limitación. El hecho de no tocar algo que sabemos tocar, como es la guitarra, y el hecho de renunciar a ciertas costumbres que tenemos nos hace ir por otro sitio. Hace que todo ese torrente tenga que ir por otro lado.

— Sí.

— Archipiel no solo tiene ese sentido de la forma escénica, porque ahora mismo estamos haciendo una grabación para este programa de radio. Pero, sí que Archipiel no se acaba de disfrutar del todo solo en ese formato fonográfico —digamos— que tiene ese componente de performático escénico que define bien lo que es Archipiel, también.

— Podríamos componer con esto y hacer piezas, y no lo hacemos. Podríamos grabar con esto. Creo que iba a ser la primera vez que nos metemos en un estudio con idea de grabar. Hay muchos músicos que piensan que están haciendo la misma cosa cuando hacen un disco que cuando hacen un concierto o cuando están componiendo; y no es la misma cosa.

Para mí, grabar un disco se parece mucho más a las artes plásticas. Es algo que va a quedar ahí, con una forma fija; tienes todo el tiempo que quieras para trabajar hasta que está ahí; va a ser siempre igual; es como una escultura. Cuando estás escribiendo una partitura para que la toque una orquesta, eso se parece mucho más a escribir un libro, porque es algo que va a ser un trozo de papel hasta que alguien lo coja y lo lea.

— Para mí, el viaje de hacer —lo que se puede llamar— pop rock convencional a este tipo de manifestaciones ha sido progresivo y lo he sentido como una necesidad vital, como una necesidad creativa en un momento dado de mi trayectoria.

Empecé a aburrirme. Daba la casualidad de que estaba trabajando en aquel momento con gente tan maravillosa como Javier Díez Ena, que me puso en contacto con otra gente de la Asociación Musicalibre, de Madrid; improvisadores. Empezaron a descubrirme una vía: llámalo improvisación libre, llámalo experimentación sonora o lo que quieras.

En mi caso ha sido casi una explosión cuando me he encontrado cómoda en esta situación más caleidoscópica que lineal, y estar a gusto en un paisaje que me parece más transversal y más lo que soy yo ahora.

— Yo estudié en un conservatorio, en España. Recibí, aparte de muchas cosas buenas, también, una especie de idea muy encorsetada y encorsetante de lo que son las cosas y de lo que deben ser. Es una formación muy especializada desde el primer momento. Para entendernos, es como si un niño, a los ocho años, tiene que elegir si hace grabado o pintura, y de ahí para siempre —"es que tú, con diez años estudiaste acrílico, y es acrílico for ever"—.

Entonces, me ha interesado mucho estar allí, donde las cosas rascan. Cuando encuentro algo, o algo me interesa, y resulta que está en un terreno que es muy difícil de clasificar, de encajar, plantear preguntas, alguien lo escucha, y dejar cosas abiertas y cabos sueltos y un poco de desazón o un vacío o algo caliente que se va a ir contigo a casa y no te va a dejar dormir; pues me interesa mucho.

— A mí también me parece interesante la idea de la falta de asideros; la falta de algo a lo que agarrarse; que te recuerde a algo o que puedas relacionar con algo; algo que sea tan especial o tan fresco para alguien, que no sepa cómo reaccionar ante ello. Eso me encanta.

En nuestro caso, yo creo que ha sido que esos referentes de Archipiel eran como gotitas que venían, pues.. de Phil Minton, pero mira: "sus zapatos no nos molan"; y de Maggie Nicols, pero: "ostias, sus zapatos sí nos molan"; y de John Zorn o de Fred Frith.

— De John Zorn: "nos mola esto y nos mola lo otro, pero no vamos a hacer nada de lo que hace él ".

Para mí, te diré, que como seminal: Llorenç Barber y Fátima Miranda —desde que estudiaba—. Hay peña dentro de esto que es como lo que es serio y lo que es muy lejano y lo que puede ser más humorístico.

— Ahí entramos en qué es serio y qué no es serio. De Fátima, creo que nosotros hemos aprendido mucho, sobre todo, también de su capacidad de trabajo, que tiene; de su seriedad  —ahora sí, esta palabra dicha con todas las letras y con mayúsculas—; su compromiso con este trabajo, que hace tan específico; y la responsabilidad que tiene y que muestra a la hora de poner ese trabajo en el mundo.