Javi Álvarez, Con las ondas en la masa. Capítulo 14. Enrique del Castillo, 2023

Con las ondas en la masa

Capítulo 14. Enrique del Castillo

miércoles 13 septiembre 2023
20:00
Música
Arte Sonoro
Sonido

Aquí está (menos mal) una nueva entrega de la serie “Con las ondas en la masa”. En ella, Javi Álvarez conversa gustosamente con el artista y músico Enrique del Castillo, quien nos acerca a su trabajo con el umbráfono, en tanto que una máquina intervenida capaz de "convertir" en sonido las películas de 35mm. Pero Del Castillo nos habla también de sus orígenes trabajando en el Cine Madrigal de Granada, de sus gustos musicales —el noise o el cantaor flamenco Porrina de Badajoz—, de lo que tiene de performático su trabajo o de su interés "por llevarnos de viaje, por los aires". Y todo ello, por supuesto, acompañado de algunas de sus piezas sonoras creadas gustosamente para esta cápsula que...¡ojo! nacen de los trozos de película que puedes encontrar en el pdf adjunto

Venga, a disfrutarla. 

Realización

Javi Álvarez

Locución

(de las cuñas) Ray Jaen, Ana Gonzalez, Cris Blanco, Lucia Perlado, Elena Suarez y voces sintetizadas.

Licencia
Creative Commons by-nc-sa 4.0
Recursos
Capítulo 14. Enrique del Castillo

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—El umbráfono es una máquina que consiste en el cabezal lector de la banda sonora de 35 milímetros, aislado, y esto, es un instrumento independiente. También está alterado, de manera que pueda leer casi toda la película en vez de solamente la banda sonora. Entonces, es hacer un instrumento de un aparato que estaba destinado a leer solamente bandas sonoras.

A mí me da la impresión de que la limpieza y la definición se escucha demasiado cerca de mi oído y me invade cierto espacio. Incluso el hecho de que evoque un pasado, en la suciedad de la cinta o del vinilo, también me da mucho alivio. Me da un alivio de distancia, como que me deja escucharlo desde mi lugar. Y lo digital, sin embargo, me parece un poco invasivo porque parece como que hablara desde ahora y muy cerca de mi oído, y no le he dado permiso para entrar ahí. Es una cosa que yo me figuro y es un poco personal.

— ¿Hasta qué punto son controlables los umbráfonos y las películas?

— Son controlables. Es decir, yo primero compongo las melodías, luego hago una transposición de patrones a repetición de figuras con un esquema que he fabricado, que relaciona la repetición de los patrones con la frecuencia de onda de las notas. Entonces, por ejemplo, si un la natural en 4.ª tiene 440 hercios, yo divido, por ejemplo, 100 metros de película en 440 partes equidistantes y, eso, al pasarlo a un metro por segundo, hace 440 vibraciones y da un la natural. Tengo una tabla que relaciona la frecuencia de onda con repetición de patrones y, en esa tabla, si yo quiero componer una melodía, primero me imagino la melodía y luego voy recortando con Illustrator, recorto los patrones y luego los imprimo en vinilo autoadhesivo y lo voy pegando sobre la película que he lavado previamente con lejía para quitarle la emulsión. Es decir, que yo uso la película solo como soporte, en principio, y ahí voy componiendo las melodías, pegándolas. Luego las escucho. Generalmente, no suena exactamente lo que había pensado, así que tengo que corregir, despegar, volver a pegar, no sé cuánto… En realidad, de veinte películas me sirve una, y tardo días en hacer cada una, así que es un proceso súper laborioso y no muy agradecido. Pero luego merece la pena porque, joder, suena muy bien cuando suenan bien.

— Con lo hermosas que son las películas, que parecen piezas como de Stan Brakhage, con todo pegadas, no sé, es curioso y significativo que después no uses visualmente las películas y no las proyectes. Eso me llama mucho la atención.

— Claro. A mí me llama la atención que a la gente le llame mucho la atención eso porque, claro, yo en realidad las compongo solamente para sonido. Lo que pasa es que luego tienen un interés visual, lo tienen, pero para mí es accesorio porque yo lo que estoy es muy concentrado en buscar el sonido, el sonido particular. Es decir, si tú pones un triangulito, no es lo mismo que si pones un circulito, si pones un asterisco, suena diferente que si pones… Intento buscar un sonido. Luego, resulta que la película es bonita y es interesante. Comprendo que cuando la gente las vea diga: “Pero eso, ¿no lo vas a proyectar?”.

En realidad, yo proyectaba 35 milímetros en Granada en un cine, el cine Madrigal. Trabajaba allí muchísimas horas al día, cobrando bastante poco, pero llevaba yo el cine casi entero. Era un negocio familiar, aforo muy grande... Entonces, yo tenía que vender las entradas de la taquilla, luego cerrar la taquilla, abrir la puerta, cortar las mismas entradas que yo había vendido, o sea, pasar a la gente, acomodarla, venderle las palomitas y todo esto, y luego subirla a la sala de proyección, colocar la película por todo el recorrido, encender la máquina, enfocar, bajar la sala, comprobar que se oía bien, que se veía bien y ya esperar que todo funcionase. Era sesión continua.

—  Menos mal que no había ambigú.

—  Había ambigú. Me encargaba yo también del ambigú. Unas veces estábamos dos trabajadores, pero muchas veces estaba yo solo.

Yo hice el conservatorio y estudié piano. Tengo un poco influencia de la música clásica y oigo sobre todo Radio Clásica. Tengo mucha influencia, a lo mejor, de la música alemana de los ochenta. Asmus Tietchens me gusta mucho. Y Hematic Sunsets; los grupos que tenía Asmus Tietchens. De todo, electrónica, sobre todo noise, mucho noise. Y bueno, a mí me gustaba mucho Sonic Youth, sobre todo, y también me gusta mucho el flamenco antiguo, Porrina de Badajoz me gusta mucho. Si ayer hablaba contigo de Marino Marini, del rocanrol de los 50, que me flipa. Quiero decir que me gusta mucho el formato de canción y el formato de disco y el pop, aunque haga música experimental.

Hay una cosa, como de juego exigido, como si te dijeran: “¿cómo se construye un edificio?”, y tú lo hicieras con plastilina. Es decir, como el mundo es muy complejo y yo solo puedo imaginarlo de una manera realmente muy resumida, como que no puedo abarcar..., me parece todo demasiado complejo. Creo que tiene relación con lo que me dices porque, claro, te lo fabricas tú a tu manera, con cartón.

— En maqueta, en formato reducido.

— Exactamente, con pegamento de barra y ahí pegando las cosas, ahí, haciéndolas como tú puedes.

No es mi intención, pero soy consciente de que tiene mucho de performático, así, visual, que estás viendo a una persona haciendo algo muy mecánico, enhebrando la película, haciendo los cambios. Todo eso al espectador le puede resultar interesante.

— Es muy difícil no leerlo desde lo escénico o lo performático.

— Claro, aunque no es en absoluto mi intención. Yo lo que intento es que suene bien, o sea, hacer un buen viaje, como de 35 minutos de ensoñación, coger al espectador y llevártelo por los aires y luego lo devuelves a su sitio. Para eso, tiene que estar todo muy bien enhebrado, o sea, que no haya fallos. Yo voy contando las vueltas que dan los loops para que no den más de ocho, por ejemplo. Si da una vuelta más, tengo que esperar tres vueltas más porque, si son impares, creo que se pierde un poco la atención, es decir, va todo bastante medido y hace falta mucha concentración para que salga bien.

Yo hice diez años de conservatorio, pero no me acuerdo de nada. Seguramente está ahí. Eso me dicen cuando digo que no me acuerdo de nada, me dicen: “Tú crees que no te acuerdas, pero ahí lo tienes”. Pero, no sé, es como si hubiera caído un poco en saco roto, me siento un poco en el aire musicalmente, quiero decir que no es como si tuviese una base musical clásica y a partir de ahí experimentara, sino como si fuera atando cabos ahí como pudiese. Pero bueno, ahí vamos.