Con las ondas en la masa
Capítulo 11. Za!
— Hay una movida; y es que la vida es un poco así. Me refiero, que es verdad en el sentido de que a ti te molaría llegar a un sitio o simplemente tienes unas expectativas o hay unas expectativas sobre ti.
Ahora, me imagino, pues en la adolescencia, para entrar al mundo adulto todas esas cosas; o estudiar o tener una familia x, como esas demandas como más bien sociales. Entonces, en el intento de cumplirlas como que es frustrante. Pero, luego te das cuenta de que en el camino que has hecho tú yendo hacia allí que no sabe tú no sabía si querías ir has encontrado cosas casuales y que se han ido ordenando y se han ido poniendo en su sitio y te han ido construyendo. Tienes ese sentido de pertenencia a esas cosas que realmente son tuyas. Al final los ideales no son tuyos.
— Los ideales no son tuyos. Los ideales o los has visto o te los han contado o los has adquirido.
— Los errores sí son tuyos.
— Tanto en la forma de componer como en la forma del grupo, como hemos ido tirando ha sido esto; tirar sin expectativas sin ponernos una meta concreta sino ir haciendo.
— Somos unos flipados. Nos fascinan cosas y tenemos la suerte de que nos fascinan y nos flipan cosas muy variadas —yo creo—. Entonces, si hay algún mínimo método de composición es intentar no repetirse e intentar mezclar cosas, músicas de cualquier sitio, mezclar ideas científicas que has escuchado en un podcast cachondo…, más que quedarte en un estilo en concreto, como en los primeros grupos que repites patrones. Vas repitiendo patrones que son los que te molan y a partir de ese momento, con estos errores y el intento de mezclar cosas es cuando sale algo —no sé si nuevo— pero por lo menos más tuyo.
— Cuando algo te flipa, hay veces, que, tú tienes la necesidad interna de hacer un pequeño homenaje a esa movida que te flipa.
Recuerdo una vez que fuimos a una expo sobre cine y Christoph Girardet hizo la escena de King Kong. El muy c***** la reproducía como por secuencia en loop. Entonces iba avanzando, por ejemplo, del segundo uno al dos hacía loop: uno/dos, uno/dos, uno/dos. Luego: uno y medio/dos y medio, uno y medio/dos y medio, uno y medio/dos y medio, dos/tres, dos/tres, dos y medio/tres y medio. Iba como avanzando poco a poco. Era interesante ver como el baile del gorila —y todo el rollo—.
Recuerdo que salí de ahí y pensé ¿qué pasaría si una canción funcionara así? Como que tú tienes una frase entera, pero tú no la presentas desde el principio. Presentas solamente las primeras dos notas; luego presentas la segunda y la tercera; luego la tercera y la cuarta. Gran Muralla China salió pensando en un poco en esta idea.
— La canción era como un riff; una melodía muy sencilla, que era: “China, China, Gran Muralla China”. Entonces, empezábamos diciendo: “China, china, china, chichiná, chichiná, chinaná, chinaná, chinaná, chinaná, granchina, granmuralla, granmuralla… hasta al final llegar al riff.
— El tema es de cómo tú, intentando hacer algo que te mola mucho, sobre todo si eres muy flipado, entonces, no te aproximas a ello, ni alucinando. Tú crees que lo puedes hacer, pero no te aproximas, y de esos intentos surge una historia que es diferente. Por lo que hay como un esquema, y que es tu ideal —si no eres muy virtuoso, como es mi caso, nuestro caso—. Pero, es una forma como de seguir algo que es inalcanzable y que, luego, te das cuenta de que has llegado a un sitio diferente y te sientes satisfecho. Incluso dices: pues parece que es más bueno.
— Sí, más bueno y, como mínimo, más nuestro seguro. Siempre lo hablamos: el poder del error. El error y la imprevisión te ha aportado mogollón de cosas, que, si intentas siempre ir con unas expectativas previas, quizás no lo consigues, porque quizá nunca te sorprenderás a ti mismo. De repente, cometes un error que es un error guapísimo, y ese error se queda.
No tenemos está idea de ser músicos, de ser instrumentistas de un instrumento. A mí me flipa, me da buen rollo sentirme siempre un pequeño intruso en la música; si yo soy periodista. Me pones una batería y ¡venga! ¡voy a tocar la batería! y aprendí a tocar mal. De hecho, yo toco abierto. Los baterías tocan con la derecha el charles y la caja con la izquierda, como los diestros. Yo toco al revés, porque me senté a tocar la batería y aprendí así.
Lo guay de intentar mantener esta actitud es esto, no tomarte esto tan en serio y, entonces, puedes atreverte a probar más. Si tengo a batería, toco esto. Si estás en una piscina tocas el agua, porque, si tocas el agua con la palma de la mano suena.
— Hay músicos que se vinculan a su instrumento de una forma supernatural y es una especie de extensión de ellos. En mi caso me hubiera gustado tocar la guitarra o el bajo más a fondo. Pero, a mí lo que me estimula es a aprender a tocar cosas nuevas también. El hecho de que tengas una tensión de que no la dominas, a mí eso me pone mogollón a la hora de tocar en directo. O sea, no lo acabo de dominar de puta madre y entonces pues tengo que estar atento, que si no me despisto.
— También diría que nos gusta buscar un poco los flecos de las cosas.
¿Esto tiene que ser así? ¿seguro? Pues vamos a probar que sea de otra forma.