ESTUDIO V
En el hueco, acontece
El Museo Reina Sofía presenta la quinta edición de ESTUDIO, un programa anual que reúne presentaciones en distintos formatos, fruto de las investigaciones desarrolladas por una serie de artistas e investigadoras cuya práctica se vincula de forma directa o dialógica con el ámbito de la coreografía y la performance. Desde la especificidad curatorial y con una óptica experimental, ESTUDIO propone percibir el trabajo artístico como proceso de aprendizaje de lo que está aún por conocerse. Asimismo, se incorpora su acepción espacial —el estudio como lugar de trabajo y experimentación— y ensayística —una apuesta por un conocimiento que se abre a lo incierto a partir de su alianza con el lenguaje y que funciona como prueba de todo aquello que damos por sabido—.
Bajo el título En el hueco, acontece, esta edición presta atención a las cavidades, mentales y físicas, que se abren en nuestros cuerpos tras el paso de otros cuerpos. Como seres porosos vivimos en relación e intercambio constante con otres. No solo porque somos sociales, o porque habitamos el planeta, lleno de otros seres vivos, sino porque somos el planeta. También su historia. Como parte de este ser-planeta, las tres propuestas de esta edición de ESTUDIO toman el testigo de una responsabilidad poética. Ola Maciejewska, Josu Bilbao y Paz Rojo ensayan formas materiales que son poéticas, físicas y anatómicas, y que implican pasar por la experiencia sabiendo que no hay resultados garantizados.
Aquello que nos rodea —el espacio, las personas, los seres vivos, el lenguaje, un idioma, una manera de decir, su sonido— produce una huella sensible en nuestros músculos, glándulas, órganos, y en todo lo que nos define como animales humanos. Pero nuestros cuerpos, siguiendo a Daisy Hildyard en The Second Body [El segundo cuerpo, 2017], no terminan donde acaba nuestra piel. La piel ha sido, durante mucho tiempo, esa “frontera inviolable” que invita y empuja, que “te anima a ser tú misma y a expresarte como tal: a ser completa, a ser una”. En su libro, Hildyard propone que todo ser vivo tiene, de hecho, dos cuerpos: el cuerpo animal delimitado por su piel y un “segundo cuerpo” formado por las conexiones neuronales, sensibles, afectivas, que mantenemos con una amplia red de ecosistemas que nos implican en el desarrollo global del planeta.
¿Qué queda entonces de todo aquello que nos ha impresionado, esto es, que ha dejado una impresión física en nuestros cuerpos? Quedan los huecos, esos espacios donde se encapsula la memoria viva de lo sucedido y la relación con lo que nos rodea. Permanecer en conexión con estas cavidades requiere ejercer cierta resistencia, no entendida como la acción de oponerse a algo, sino como la capacidad de un cuerpo de aguantar el peso (físico, psíquico, emocional) de aquello que desea que perviva. Caminar con ese peso, hablar con ese peso, con la fuerza de ese deseo.
¿Qué se puede compartir de aquello que queda adherido, de aquello que una lleva consigo?, ¿a quién pertenece? A través de las diferentes propuestas recogidas dentro de esta quinta edición, se descubre cómo la conciencia de la conexión del cuerpo con la vida, entendida esta como un suceso que excede la biografía (aunque la contenga), invita a pensar en los huecos que podemos abrir mediante nuestros gestos, entre los movimientos y desplazamientos de las extremidades, pero también en el movimiento de la lengua, ese órgano que, en el acto del habla, entra en contacto con el aire. La cavidad de la boca, el hueco que permite su sonoridad y transmisión. Quien escucha, percibe su sentido con el oído y con la mente, y registra, de formas insospechadas, sus efectos afectivos, el cariño del cómo se dice algo en un momento dado, y cuándo eso fue dicho antes a quien ahora lo transmite, un sentido que solamente puede entenderse en ciertos contextos.
El movimiento de los cuerpos va abriendo espacios a su paso, albergando formas y temperaturas que antes no se percibían. Es en el hueco donde acontece la posibilidad de otras presencias, físicas o psíquicas, presentes, pasadas o por venir, pero indudablemente materiales. Y es en el acontecer de la acción directa cuando, también, otros modos de temporalidad se hacen posibles. Temporalidades difíciles de mesurar, cualidades y texturas que basculan entre lo interno y lo externo, o donde estas nociones de dentro y fuera dejan de ser opuestas. Con todo ello, esta edición invita a formar parte de una experiencia compartida en la que dejarse vivir, por una tarde, en las cavidades —gestuales, dancísticas, lingüísticas—, para desde ahí observar cómo el tiempo deviene durée réelle [duración real], ese concepto que el filósofo vitalista Henri Bergson definió como una sucesión de cambios cualitativos que penetran sin un contorno preciso.
ESTUDIO V. En el hueco, acontece continúa así la línea de las ediciones anteriores: Estudio I (2019), Un casi decir, un sin decir (2020), Salir al encuentro. Hablar al lugar (2021) y Segunda piel. Subcutáneo (2022). En cada una de las ediciones las investigaciones prácticas de las artistas invitadas funcionan como disparadores conceptuales, trazando un recorrido no lineal en torno a la voz como materialidad; al desdibujamiento de la subjetividad; a la voluntad de diálogo con el paisaje, el entorno, los lugares y otros seres vivos; a la conciencia de una memoria histórica subcutánea o a la capacidad de aguante de las impresiones sensibles. Así, el despliegue de las presentaciones de Maciejewska, Bilbao y Rojo tendrá lugar a lo largo de dos tardes consecutivas, en los espacios del Jardín de Sabatini y la Sala 102 del Museo. Es una invitación a observar, pensar y sentir juntes, ser testigos del mundo desde estos gestos mínimos, pero próximos, que lo contienen.
Participantes
Josu Bilbao parte de la oralidad persistente en algunas lenguas en extinción para expandir su trabajo hacia la escultura como práctica que produce espacialidad física y sensorial. Ha realizado exposiciones y colaboraciones en espacios e instituciones como Bulegoa z/b (Bilbao), Halfhouse (Barcelona), etHALL (Barcelona), Carreras Múgica (Bilbao), Centro Párraga (Murcia), Centro Botín (Santander), CentroCentro (Madrid), Museo de Bellas Artes (Bilbao) o Tabakalera (Donostia).
Estanis Comella desarrolla en la actualidad un trabajo en el que confluyen, entre otras disciplinas, escritura y producción musical, utilizando el directo como medio para generar en el espacio arquitectónico atmósferas efímeras. Ha mostrado y performado su trabajo, entre otros espacios, en Azkuna Zentroa (Bilbao), Tabakalera (Donostia), Bulegoa z/b (Bilbao), CentroCentro (Madrid), Bombon Projects (Barcelona), etHALL (Barcelona), La Panera (Lleida), Carreras Múgica (Bilbao) y Azala (Lasierra).
Ola Maciejewska es coreógrafa e investigadora nacida en Polonia y residente en París. En 2012 obtiene el máster en Teatro Contemporáneo y Danza de la Universidad de Utrecht. Además de varias investigaciones académicas, Maciejewska ha realizado las piezas Loie Fuller: Research (2011), Bombyx Mory (2015) y Dance Concert (2018), que han sido presentadas en contextos de danza y arte contemporáneo en Canadá, España, Francia, Holanda, Polonia, Portugal, Suiza o Taiwán. Entre 2016 y 2018, Maciejewska fue artista asociada al Centro Coreográfico Nacional de Caen en Normandía (Francia).
Paz Rojo es coreógrafa, bailarina e investigadora. Sus intereses giran en torno a la danza y su potencial para crear ecologías alternativas que incluyan debates sobre la ontología de la danza en el capitalismo tardío y la estética de la danza después del fin del futuro. Se doctoró en Prácticas Performativas con especialización en Coreografía por la Universidad de las Artes de Estocolmo con la tesis de investigación The Decline of Choreography and Its Movement: a Body's (path) Way (2019). Como parte de esta investigación ha publicado el libro To Dance in the Age of No-Future (Circadian, 2020).
Programa
La coreógrafa Ola Maciejewska ha investigado profundamente en torno a Loie Fuller (Illinois, 1862-París, 1928), una de las artistas de la danza más innovadoras y reconocidas del modernismo. La pieza Loie Fuller: Research (2011), de Maciejewska pudo verse en el Museo Reina Sofía en primavera de 2018. Consistente en una sucesión de ejercicios físicos que utilizaban el “vestido danzante” inventado por Fuller, la propuesta ponía en tensión y en relación lo escultórico con la figura que esculpe y baila el tejido. Ya entonces la idea de fuerza física y de aguante (necesarios para soportar el peso de las grandes telas) revelaba una concepción singular de la danza y de la figura de la bailarina: la de un cuerpo que es siempre en relación con otros cuerpos y seres vivos o inertes.
FIGURY (przestrzenne) [FIGURA (espacial)] amplía y da continuidad a estas indagaciones. Consiste en un solo de danza que se pregunta por la relación del cuerpo con su entorno, al cual trata de incorporar a través de los gestos y movimientos de una serie de esculturas o figuras porosas, que entran en relación directa con el espacio o que, yendo más allá, son construidas por él. El trabajo corporal se activa en torno al sentido de deceleración del tiempo y a la idea de resiliencia física. Lo que se busca es habitar, adaptarse, escuchar y producir nuevas relaciones entre el cuerpo y lo que lo rodea, para así revelar no solo espacios, sino también temporalidades coexistentes. El interés por lo escultórico en esta pieza no solo tiene que ver con la disciplina artística, sino con la pregunta acerca del compromiso que un cuerpo adquiere con su entorno —espacial, arquitectónico, institucional, afectivo, físico, sensible— más inmediato. Maciejewska insiste en la idea de que todos los elementos del espacio en el cual esta pieza se despliega “devienen verbos” que participan de la acción y modifican su estado: una pared, una obra artística, un suelo frío de mármol, un perro, un árbol, una espectadora. La palabra “przestrzenne”, significa figura espacial en polaco. FIGURY (przestrzenne) alude a la manera en que el cuerpo es siempre dependiente de algo que va más allá de sí mismo, de la manera en que las plantas dependen de la luz. Esta dependencia particular se basa en un doble ocultamiento: algo que intuimos como distinto a lo humano pero que existe dentro de lo humano. Concepto y performance: OlaMaciejewska Ficha artística:
Producción: Caroline Redy. So We Might As Well Dance
Coproducción: CND Pantin, Cndc Angers
Residencias: Pact Zollverein, Muzeum Susch (Programa Acziun)
Proyecto realizado con la financiación de la Direction régionale des Affaires culturelles (DRAC) Bretagne – Ayuda a proyectos coreográficos
Edificio Sabatini, Planta 1, Sala 102
80 personas
Gratuita hasta completar aforo
ágidxen es una transcripción fonética de una variación dialectal del adverbio “agerian”, que en euskera deriva del verbo “ageri”, elemento importante en la lengua y epistemología vascas. Traducciones posibles de “agerian” son: a la vista, al descubierto, públicamente o abiertamente, pero es un término que, en este caso, remite al aprendizaje adquirido por el artista en el entorno del hogar para referirse a la circunstancia específica en la que una persona de la familia se queda destapada por la noche.
Este hecho (quedarse destapada) invita a una sencilla forma de cuidado que es que otra persona lo cubra, bien de madrugada o pronto por la mañana. Es una circunstancia que se nombra —y que se sobrentiende sin necesidad de ser explicada— a través de una palabra, ágidxen, que al ser pronunciada genera una sonoridad específica. Es una manera de decir que transmite un estado particular y que hace de la palabra, y de la lengua, un lugar compartido entre los cuerpos y las voces. Un cuerpo queda destapado, sin protección, como un llamado a ser atendido por otres. La lengua, como órgano muscular de la boca, también queda al descubierto en el momento de la pronunciación de las palabras. Hablar, decir, nombrar, es poner la lengua (anatómica y lingüística) en contacto con el aire. Dejar la lengua al descubierto, abiertamente. ágidxen pone la atención en la fonación para observar cómo se elabora cada sonido en el cuerpo, comprendiendo que la voz es cuerpo y materia, y aquí, en el Jardín del museo, es también follaje y penumbra. De la misma manera, busca tomar consciencia del momento de la emisión y de los paisajes semánticos, a veces abstractos, que esta convoca. La acción de hacer sonar la voz, como hecho físico, también despierta la atención sobre otras formas de presencia. En primer lugar, sobre la oralidad que, como práctica colectiva, da cuenta y nos hace darnos cuenta de lo que somos, produciendo memoria y elaborando historia. En segundo lugar, porque el espacio de la acción y pronunciación se conforma junto a la vibración de la composición musical, producida por Estanis Comella. Las distintas morfologías de la voz y el sonido se entrevén, quedándose al aire o tapándose, en una acción de escucha y cuidado mutuo. Los fonemas, las palabras, las frases, el sonido ambiente, el aire, los pájaros, los susurros abren espacios mentales, imaginarios y físicos. Hacen realidad. Performance: Josu Bilbao y Estanis Comella Ficha artística:
Con el apoyo del Departamento de Cultura y Política Lingüística del Gobierno Vasco
ágidxen tuvo una primera fase, llamada askiè altu, en el paraninfo de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea, en Bilbao, en el marco de los encuentros Urak dakar, comisariados por Bulegoa z/b
Edificio Sabatini, Jardín
100 personas
Gratuita hasta completar aforo
“La coherencia e insistencia del trabajo de Paz ha generado vastas y fructíferas constelaciones, atravesadas por preguntas sobre lo que hace la danza y el entramado afectivo, político y estético de la coreografía y su relación con las fuerzas e impulsos del sistema capitalista, con el fin de ahondar en la posibilidad de un modo de subjetivación sustraído a su régimen de producción de valor”
Andrea Rodrigo
Lo que baila busca, a través de un modo de operar arraigado en la danza, hacer presente algo que no está, porque ya ha sido y porque, al no ser, queda guardado en forma de latencia, como un evento por venir, que puede volver a aparecer en cualquier momento y bajo muchas formas. Esta forma, nos dice Paz Rojo, es una forma encontrada, “una huella o un residuo que pide ser disfrutado desinteresadamente”.
Esta pieza recoge y moviliza, hace aparecer y desaparecer los hallazgos, se mantiene en un movimiento continuo, parecido al movimiento de la conciencia, que pasa de un pensamiento o de una observación a la siguiente, sin quedarse con ninguna de ellas, dejando que estas circulen en el desapego, que se deslicen en el sentir directo del baile físico. Abrir sentires y sentidos que se desmarcan de la pretensión de una subjetividad propia. Bailar la desubjetivación hasta agotarla. Dejar que, haciendo esto, se perciban los contornos vibrantes de un cuerpo que no termina donde termina la piel.
Ficha artística:
Concepto, danza y diseño del espacio sonoro: Paz Rojo
Edición sonora: Paz Rojo y Emilio Tomé
Con el apoyo del Festival Domingo-La Casa Encendida (Madrid, 2021) y los programas de residencias de creación escénica del Centro de Cultura Contemporánea Condeduque (Madrid) y Köttinspektionen Dans (Uppsala, Suecia)
Edificio Sabatini, Planta 1, Sala 102
80 personas
Gratuita hasta completar aforo