Meg Stuart, An evening of solo works [Una velada de solos], 2018. Fotografía: © Giannina Urmeneta Ottiker

Tu cuerpo no es tuyo

Una entrevista con Meg Stuart

lunes 30 marzo 2020
11:11
Acción
Cuerpo
Experimentación
Performance

Meg Stuart (Nueva Orleans, 1965) es una bailarina y coreógrafa que lleva desde la década de los noventa desarrollando su trabajo al frente de la compañía Damaged Goods. Una trayectoria dedicada a explorar el potencial del movimiento y ampliar sus límites, que ha sido reconocida con galardones como el León de Oro de la Bienal de Venecia en su edición de 2018. Esta cápsula es el resultado de una entrevista mantenida con la artista pocos días antes de presentar Una velada de solos [An evening of solo works] en el Museo Reina Sofía, evento que es parte de la programación de artes escénicas realizada en colaboración con los Teatros del Canal de la Comunidad de Madrid y que comisaría Isabel de Naverán.

Dado el carácter retrospectivo de aquella colección de piezas, ideadas inicialmente entre 1995 y 2010 para ser abordadas en solitario, esta entrevista se centra en algunos aspectos claves de la práctica de Meg Stuart: su interés por la improvisación y la importancia que juega como recurso a la hora de afrontar sus diferentes proyectos; la necesidad de implementar su lenguaje por medio de colaboraciones con creadores de otras disciplinas; la dificultad que entraña enfrentarse a piezas concebidas para un cuerpo que ya no es el mismo; y por supuesto, su particular concepción de lo corporal como una suerte de archivo de vivencias y estados emocionales, propios pero también ajenos.

Realización

Rubén Coll

Locución

Madeline Robinson

Agradecimientos

Javi Álvarez, José Luis Espejo, Daniel Fortanet, Paula Moliner y Adrián Sepiurca

Licencia
Creative Commons by-nc-sa 4.0
Citas de audio
  • Brendan Dougherty. Studio 12. Entr'acte (2016)
  • Brendan Dougherty. Studio 10. Präsens Editionen (2018)

Tu cuerpo no es tuyo

Una entrevista con Meg Stuart

Tu cuerpo no es tuyo

Una entrevista con Meg Stuart

Soy Meg Stuart. Soy bailarina y coreógrafa y soy estadounidense. Vivo en Berlín y he trabajado cerca de 30 años con mi compañía, Damaged Goods, que tiene su sede en Bruselas.

El cuerpo como contenedor de recuerdos

Creo que me di cuenta bastante temprano de que en ocasiones lo que bailaba eran recuerdos o rastros de quizá de personas que no había llegado a conocer; de que mi danza no era solo mía, sino que, de algún modo, sentía que estaba accediendo a información y a cuerpos ajenos. Me empezó a interesar mucho la forma en la que cada interacción moldea nuestro cuerpo a lo largo de la vida, fijándome en los traumas, en las cosas que no se expresan, o en esos momentos en los que alguien se sale de su propio cuerpo o se siente fuera de él… En todas estas relaciones en las que no nos sentimos necesaria y profundamente conectados y moviéndonos a través del tiempo y del espacio, pues de hecho hay momentos que crean una suerte de irritaciones o de rupturas y en las que opera una especie de retraso.

Y también cómo pensar sobre la presencia, o sobre la consciencia, y cómo eso puede expresarse en el movimiento. Pensar en todo aquello a lo que prestamos atención, y de qué manera el cuerpo puede expresar de algún modo un desarrollo interior… como, por ejemplo, cuando estás hablando y alguien está moviendo sus manos… el hecho de si tiene unas manos nerviosas o de si sus palmas están sudando, o de si hay algo relacionado con su respiración… Todos estos movimientos no intencionados… o cómo podemos estar en un determinado estado emocional, o estar absorbiendo energía de los demás, o cómo podemos compartir una emoción.

De modo que investigué todo esto como fuente y como potencial material coreográfico; sabiendo también que se puede utilizar solo una parte para revelar el todo, que basta con fijarse en una parte del cuerpo, puedes trabajar con un brazo, o con la cabeza o el rostro… puedes fijarte en un detalle, en los detalles y, a partir de ellos, ver cómo se despliega todo un mundo.

En ocasiones, este largo viaje ha tenido sus puntos oscuros, porque experimentas una suerte de separación, de ausencia o desconexión, pero, a lo largo de los años, ha habido también muchísima exploración junto a los bailarines de la imaginación, y también de esta idea de que, si sientes y asumes que tu cuerpo no es solo tuyo, sino que es un cruce de caminos que puede canalizar diferentes fragmentos y diferentes energías y cualidades, puedes imaginar que estás canalizando todo eso y que eres también… ya me entiendes, puedes jugar mucho con eso. Así que también ofrece esa enorme posibilidad de apertura, en términos de potencial y en términos de cómo podemos ser no solo singulares, sino múltiples y multidimensionales, de cómo podemos resonar con nuestro entorno.

Una velada de solos

El programa de solos es una serie de, yo diría, retratos, e incluye desde piezas recientes de hace tan solo algunos años hasta un solo que creé en 1994, de modo que abarca un período de tiempo muy grande. Como es lógico, se me hace muy raro volver atrás y ejecutar un trabajo tan antiguo, si bien todavía me siento muy conectada a esa pieza, ya que, de otro modo, no la bailaría. Pero, sí, es interesante ver lo que es intemporal, lo que todavía es verdad y lo que ha cambiado. Y, sí, ¿cómo necesita tu cuerpo su propia historia o su propio pasado y cómo se adapta a él?

Hay muchos gestos muy pequeños e íntimos; movimientos diminutos; acciones casi imperceptibles, de modo que hay mucho trabajo en el nivel micro, casi como los balbuceos o la articulación vocal o la respiración. De nuevo también, juego mucho con la imaginación, como en el solo de Hunter, que es una pieza más larga que hice y en la que dibujo diferentes rostros y cuerpos alrededor de mi cuerpo. Los trazo en el aire con la mano y luego los borro y creo espacios… diferentes espacios en los que habito. De alguna manera, creo un mundo dibujando a mi alrededor y luego habito esas ficciones.

Trabajo en danza con la memoria y con recuerdos, sean reales o ficticios, pero también con los recuerdos relacionados con las cosas que no llegaron a suceder; como, por ejemplo, cuando imaginas algo, o tienes miedo de algo, o proyectas algo que luego se abandona… así pues, también trabajo con esta especie de movimiento de las cosas que se dejan a medias, con la desilusión, con todo lo que podía haber sido; y con cómo esos rastros o esos sueños tienen también un impacto en la realidad y en lo físico; eso también es parte de trabajo.

También me gusta mucho que el programa incluya un solo improvisado, que es realmente mi cuerpo ahora. Lo hago junto al músico Brendan Dougherty y, bueno, arranco entre el público, así que tengo una conexión muy fuerte con los espectadores y canalizo lo que sea que esté sucediendo en ese momento. Esto lo disfruto mucho también, el hecho de que genere muchas referencias cruzadas.

No siento nostalgia del cuerpo que tenía hace veinte años, pero sé que ahora tengo una suerte de percepción distinta y que mi capacidad de concentración y mi sensibilidad son también diferentes.

Improvisación

Creo que siempre he estado interesada en la improvisación, desde la época en la que estaba aprendiendo a bailar. Durante algunos años trabajé también en un club de jazz, en Nueva York, y me interesaba mucho cómo improvisaban los músicos de jazz, de manera que fui metiéndome más en ello después de crear mis primeras piezas. Incluso ahora, cuando creo mis trabajos, a menudo les pido a los bailarines que intenten que lo que hacen parezca improvisado, aunque esté pautado, para transmitir esa sensación de espontaneidad y… sí, que los movimientos que están ejecutando parezca que están sucediendo en tiempo real.

Creamos la mayor parte de nuestro trabajo mediante la improvisación. Doy a los bailarines pequeñas tareas o preguntas y ellos responden. Grabo los ensayos en vídeo y siempre suele haber algún fragmento improvisado que me atrae mucho, o bien siento que todo está conectado. Luego volvemos atrás y nos lo aprendemos.

Así que la improvisación es una herramienta central en mi trabajo, en lo que atañe al proceso de desarrollo y, también, durante toda mi carrera, has sido como una especie de… una forma de poder conocer a otros artistas, por eso siempre me ha interesado trabajar con otros artistas en proyectos de improvisación. Es algo que he hecho en diferentes momentos.

En los años noventa co-creé un proyecto llamado Crash Landing, porque quería ver que pasaba si no eran solo bailarines los que improvisaban juntos, sino también artistas visuales y músicos y diseñadores de vestuario y de iluminación y escenógrafos. Así que nos juntábamos durante una semana y aunque teníamos todos los elementos para crear una pieza cerrada y completa, lo que hacíamos con todos esos elementos era improvisar juntos. Y lo hicimos en muchas ciudades, y era genial porque es verdad que a veces puedes conocer a otros artistas en festivales y tal, pero la oportunidad de compartir estos momentos espontáneos y de improvisar y crear ideas juntos…

Creo que la improvisación es simplemente una forma potenciada de conciencia, y me gusta porque es apasionante, creo que es algo que seguiré haciendo siempre.