Cuando tenía diecinueve años en una cárcel de Bolonia he escrito Contro il Lavoro, "contra el trabajo". Desde este momento mi convicción profunda era que la tecnología ha venido al mundo, ha sido creada por los tecnólogos, los científicos y los poetas para liberarnos de la esclavitud del trabajo salariado. La misma cosa sigo pensando. Al interior de un contexto social económico y cultural que se llama capitalismo, la tecnología es una maldición porque el capitalismo impone a la tecnología es de multiplicar la potencia de la explotación pero la tecnología podría multiplicar la potencia de liberación.
Humillación, impotencia y el retorno del fascismo
Desde el comienzo de la modernidad, desde Machiavelli, desde la idea misma faustiana de la creación del mundo como algo que pertenece a una actuación agresiva, violenta pero al final poderosa; desde este momento, la identidad de nuestra civilización se ha fundado sobre la potencia. Cuando la potencia (se) desvanece, (por) muchas razones que están vinculadas al empoderamiento de la técnica, la técnica se hace cada vez más poderosa y esta potencia de la técnica se manifiesta como una impotencia de lo humano. Cuando la técnica se conjuga con la economía, en este momento entramos en una situación en la que la máquina tecno-económica se vuelve todo poderosa y los hombres se vuelven totalmente impotentes.
[...] La palabra impotencia es la provocación más fuerte contra lo que la cultura moderna occidental blanca considera su misión, es decir, la modernidad se funda sobre una idea de potencia, económica, política y militar. En el trasfondo de la potencia política de la modernidad hay una idea de la identidad masculina. Entonces cuando en los últimos años nos encontramos en situaciones en las cuales la acción política no pueda nada, en este momento la identidad política occidental entra en una situación de crisis muy profunda que coincide con una crisis vinculada a la senilización de la civilización occidental.
[...] La humillación explica muchísimas cosas de la vida política contemporánea. La humillación es una consecuencia de la impotencia que lleva a una agresividad que el pensamiento y la práctica política de la derecha de hoy está explotando en todo el mundo occidental.
[...] La humillación y el empobrecimiento producen un efecto de tipo nacionalista y militarista cuando no hay la comprensión del hecho que solo la unidad internacionalista puede ayudarnos a salir de esta situación. El problema es que ya somos muy al interior de esta pesadilla.
[...] El problema político de hoy es un problema de sufrimiento mental, si no actuamos sobre el sufrimiento mental, y eso es el trabajo del psicoanalista, y si no actuamos sobre la reactivación del cuerpo erótico, y eso es el trabajo del poeta, no salimos de la pesadilla. Salir de la pesadilla implica la creación de una ciencia, de una técnica, de una práctica totalmente nueva que tiene que emanciparse de las ilusiones de la potencia política. Tenemos que salir de la pesadilla, reconociendo la impotencia fundamental del humano.
[...] El feminismo ha sido la única experiencia política y cultural de los últimos años que se ha puesto al nivel del problema actual [...] Hay algo al interior de la experiencia feminista que supera la identificación del proceso de liberación con un proceso de poder político y lo identifica con la capacidad de recrear una condición de solidaridad, de empatía y de felicidad; en una dimensión totalmente extraña a la del poder [...] porque el poder político no puede nada. El problema contemporáneo se sitúa a un nivel más profundo, que es el nivel de las relaciones entre corporeidad-lenguaje y máquina-técnica. La máquina- técnica, por ejemplo, la máquina financiera, esta fuerza ha desapropiado (a) la política del poder que tenía en el pasado de la modernidad.
Mutación digital y totalitarismo cognitivo
Lo que se ha pasado en las últimas décadas y que podemos llamar la transformación o la revolución digital ha sido esencialmente una transformación de las maneras de significación y de relación entre producción de significado y corporeidad. A este nivel yo hablo de mutación, no simplemente transformación, porque se trata de algo que pertenece algo más profundo que el nivel de la conciencia y que involucra las formas mismas de la corporeidad y del lenguaje humano. Lo que se ha pasado esencialmente es una transición desde las formas que yo llamo conjuntivas de comunicación a las formas conectivas.
La palabra humana en la historia siempre ha sido algo que implica una creación de sentido que pasa a través de la presencia del cuerpo. Es la imprecisión, la vibración, la oscilación corpórea (lo) que lleva a los humanos a producir sentido como algo que siempre es precario y frágil y entonces redefinible, reinventable. La conexión produce un efecto totalmente diferente, conexión significa perfecta correspondencia entre la fuente y receptor de la información. La conexión implica una perfecta compatibilidad, en la conexión la sintaxis, el orden técnico es más importante que la vibración semántica que se manifiesta al interior de la interpretación humana. La interpretación siempre ha sido algo ambiguo, entonces abierto; en la conexión, la interpretación se hace algo matemático, sintácticamente perfecto. Eso es muy útil cuando hablamos de máquinas, pero a mí me parece catastrófico cuando hablamos de seres humanos porque la vibración que pertenece al organismo lingüístico humano se hace rígida, pierde su ambigüedad y su riqueza, pierde su capacidad de entendimiento afectivo, de entendimiento erótico. Esencialmente, (en) la raíz de la catástrofe política contemporánea hay una rigidificación de la relación entre organismos conscientes y sensibles, entonces nuestra conciencia se transforma en una conciencia maquínica que (ya) no tiene la capacidad de empatía que pertenece al humano.
[...] A mí me parece que esta mutación, que se verifica al nivel cognitivo y al nivel afectivo también, también es la causa de larga parte del sufrimiento contemporáneo. Es un caso interesante que los países (donde) la tasa de suicidio es más alta, como por ejemplo, Corea del Sur, son los países en los cuales (el tiempo de) comunicación digital conectiva se ha hecho más importante en (la) vida de las personas. Según los datos de la World Health Organization, en los últimos cuarenta años la tasa de suicidio subió del 60%, algo enorme, es algo que tenemos que explicar. Mi respuesta es que en los últimos cuarenta años se afirmó una concepción económica fundada sobre la competición de todos contra todos, pero al mismo tiempo se desarrolló una transformación en la comunicación que ha cancelado la voz de la comunicación y la ha reemplazando con una máquina.
Yo amo muchísimo las máquinas pero no cuando pretenden reemplazar el placer del cuerpo del otro, ese es el problema principal de nuestra época, la insensibilidad a la presencia del cuerpo del otro. Si partimos de esto creo que explicamos muchísimas cosas del fascismo que está volviendo en el mundo.