Sicilia en Silos

19 mayo - 11 septiembre, 2000 /
Abadía de Santo Domingo de Silos (Burgos)
Vista de sala de la exposición. Sicilia en Silos, 2000
Vista de sala de la exposición. Sicilia en Silos, 2000

José María Sicilia (Madrid, 1954) es uno de los representantes más significativos de la pintura española de los años ochenta. Comienza su carrera artística en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando en Madrid y en 1980 se instala en París. Desde su llegada a Francia, el artista trabaja en grandes formatos y su pintura advierte una constante evolución.

Durante la década de los ochenta, varios acontecimientos son esenciales para su reconocimiento internacional: la exposición en 1982 en la galería Trans/Form de París, la presentación de su obra en España en 1984 por el galerista Fernando Vijande y la muestra individual en 1985 en la galería Blum Helman de Nueva York. En 1989 recibe el Premio Nacional de Artes Plásticas que reafirma una trayectoria ya sólida y estructurada en torno a series pictóricas, cuyo trazo dinámico y libertad en el gesto le lleva a ser relacionado con el Expresionismo durante los años ochenta.

Entre sus grandes exposiciones de los años noventa se encuentra L’horabaixa -denominación mallorquina para el crepúsculo-, que reúne el trabajo del artista con el uso de la cera virgen como denominador común. La muestra tiene lugar en 1997 en el Palacio de Velázquez, en el Parque del Retiro, donde Sicilia ya había expuesto sus lienzos nueve años antes, en 1988 en la exposición José María Sicilia. Pinturas de 1987.

La línea poética presente en la obra del artista catalán trasciende el carácter lírico, para adentrarse en los problemas de la visión, que Sicilia trata de manera constante desde el principio de su carrera. La búsqueda del “corazón” del cuadro a través del diálogo entre el fondo y la superficie, el uso de la luz como elemento definitorio de esa relación y la imagen como vehículo de emoción y tensión capaz de estructurar el espacio del color, son algunos de sus rasgos característicos.

La flor, como objeto pictórico y tema de sus cuadros, le acompaña a lo largo de toda su carrera, desde los trabajos realizados en Nueva York en la década de los ochenta. En los comienzos, las flores se representan de manera matérica y gestual, pero evolucionan con el paso de los años, atraviesan diversos estados hasta alcanzar el punto álgido en la serie La luz que se apaga, que realiza a partir de 1997.

El artista, presenta para esta exposición en la Abadía de Santo Domingo de Silos en Burgos una serie compuesta por veinticinco obras, con la flor de nuevo como excusa. El blanco es el fondo casi exclusivo de todas ellas, excepto por las tonalidades azuladas de tres dípticos, En Flor VII, En Flor XIV y En Flor XXI y el cuadro En Flor XXV. La serie En Flor está realizada específicamente para el espacio monacal que ocupa, y toma la espiritualidad como telón de fondo. Sicilia realiza una introspección en el alma a través de la sutileza del papel japonés, que dispone en dos capas a modo de velos que cubren la policromía de las flores. No obstante, cabe destacar que el artista declara que no habla nunca de flores, sino de pintura.

Datos de la exposición

Organización: 
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Comisariado: 
José-Miguel Ullán