L'Horabaixa pone título a una exposición en la que José María Sicilia (Madrid, 1954) confronta el momento lumínico del crepúsculo −al que hace referencia esta expresión mallorquina−, con la luminosidad del espacio expositivo. Al mismo tiempo, esa dificultad de nombrar los elementos en la luz crepuscular, encuentra su correspondencia en la recreación poética de un jardín o las páginas sueltas de un libro, sujeto a los efectos lumínicos, de transparencia y veladura que propicia la cera.
La exposición se celebra en el Palacio de Velázquez, donde Sicilia ya expuso sus lienzos en 1988 en la muestra José María Sicilia. Pinturas de 1987. Las obras, concebidas como grandes paneles compuestos de cera virgen sobre madera, se disponen organizadas en series a lo largo de las paredes de las salas del Palacio. El resultado es una instalación que, icónica y simbólicamente remite a la naturaleza como fuente material del arte.
Sicilia remite a un ciclo particular, en el que está implícito el medio y el tema: flor, abeja, celda y cera, que activa como visión poética. En estos trabajos, la conversión y empleo de la cera como materia pictórica, enfatiza sus posibilidades expresivas, y el proceso pictórico concentra su reflexión sobre los límites del ejercicio de la pintura.
La serie Sanlúcar de Barrameda (1992-1996), que podría entenderse como libro de artista, insiste en la idea de pintura sin pincel. El título alude al manuscrito de los comentarios de San Juan de la Cruz y a su propia obra poética. En la pieza, compuesta por más de un centenar de hojas, la cera captura grafías, insectos y las huellas digitales de Sicilia, símbolos todos de las categorías barrocas de fugacidad y tránsito.
La luz y el ver en sentido absoluto son los dos asuntos sobre los que insiste en este conjunto de obras, realizadas entre 1991 y 1997. Así, el blanco cerúleo, base de sus cuadros, da lugar a un espacio ingrávido en el que surgen o se hunden las flores, sean las de intensos pétalos carmesí de La luz que se apaga, (1997) o las que forman mantos multicolores en Paravent (1997).
La idea de instantaneidad y visión fugaz es lo que relaciona a todas las obras. También, en algunas de ellas, tras la capa de cera, se pueden entrever imágenes borrosas y congeladas de fotografía oculta, como en Grisailles (1997). Este espacio abstracto y sin referencias permite a Sicilia profundizar en la relación entre superficie y fondo, al insinuar un espacio abismal entre figura y fondo.
El interés por la luz se materializa de forma extrema en la serie La luz que se apaga (1995-1996), donde la capa de cera dorada que cubre la superficie de los cuadros se presenta rica en matices y en imágenes con referencias a la tierra, a la vez que desafía la caída del día.
Datos de la exposición
Palais de Beaux-Arts, Charleroi, Bélgica (14 febrero - 19 abril, 1998); Museo de La Pasión, Valladolid; Museo de Arte Moderno de Buenos Aires; Museo de Arte y Diseño Contemporáneo de San José de Costa Rica (20 noviembre, 1998 - 6 febrero, 1999)
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