
El término que da título a esta exposición sirve para reunir en un mismo espacio el trabajo de los dieciséis artistas ingleses y españoles seleccionados para esta tercera convocatoria de Confrontaciones. El propósito de esta exposición es la confrontación positiva y abierta de las prácticas artísticas que se llevan a cabo en dos geografías distintas y cuyos artífices forman parte de una misma generación.
A un lado las especificidades del inmediato pasado artístico de cada país (en el caso español, la década de los ochenta estuvo marcada mayoritariamente por la práctica pictórica), en los trabajos ahora reunidos se advierte que los artistas comparten aspectos, actitudes y procesos que les sirven para traducir la dimensión crítica de su trabajo. En este comienzo de década y ante el ejemplo de las obras seleccionadas se comprueba, tal como señala el crítico de arte Félix Guisasola, “una tendencia hacia la objetualización (escultura, instalación, objeto), se constata una evolución en la valoración de los géneros artísticos y se evidencia un cambio en el protagonismo del artista (del gesto y las actitudes expresionistas a la autobiografía o la total ocultación del artista tras al opacidad de las obras)”.
En esta confrontación internacional, las obras de los artistas españoles son ejemplo del cuestionamiento crítico del arte como signo con significante. Así, Antoni Abad desarrolla una nueva escultura como concepto operacional construido por la acumulación y repetición; Darío Urzay hace converger en su pintura la expresión subjetiva y el proceso. Txomin Badiola y Emilio Martínez evidencian el carácter instrumental del signo; Lluís Hortalá privilegia en su escultura los intersticios y los espacios perdidos incorpóreos; Javier Baldeón retiene en sus fotografías los “deslizamientos perdidos de la imagen”, en palabras de la comisaria, María Teresa Blanch. Simeón Sáiz trata en sus pinturas de anular los mecanismos de ficción que dominan la imaginería visual, para restar validez a los significados. Por último, e insistiendo en la crisis de la representación, según Blanch, “Marcelo Expósito aplica su discurso ideológico sobre todo tipo de narrativa”.
En cuanto a las obras de los artistas británicos, la nota común a todas ellas es el reconocimiento de una postura crítica hacia la práctica artística y los materiales, una variante de la crisis de los sistemas representativos. Mark Wallinger denuncia la tergiversación de los signos convencionales. Ian Davenport insiste en el proceso de ejecución pictórico, en
Datos de la exposición
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