
Grand prophète (Gran profeta)
- Técnica
- Fundición a la arena
- Dimensiones
- 236 x 75 x 45 cm
- Año de ingreso
- 1988
- Número de registro
- AS02696
- Fecha
1933 / Producción de 1936
- Número de edición
7/7
- Observaciones
Año de ingreso: 1988 (procedente de la ordenación de fondos del Museo Español de Arte Contemporáneo, MEAC)
- Materia
Bronce
- Crédito
Donación de Pierrette Gargallo de Anguera, 1971
Pablo Gargallo, uno de los tres representantes de la escultura moderna española en París, junto a Julio González y Pablo Picasso, destaca por sus innovaciones técnicas y el uso de nuevos materiales, unificando los valores clásicos y los de la modernidad en el primer tercio del siglo XX. Maestro de la escultura en metal, su obra es un compendio de toda la sabiduría plástica, técnica y formal a la hora de integrar el vacío como parte de la obra, recreando la naturaleza mediante formas estilizadas dibujadas en el espacio.
Grand Prophète (Gran profeta) es una gran escultura en bronce fundido, cuyo concepto habría sido imposible realizar en metal recortado o forjado debido al espesor del material y al tamaño en el que fue concebida. Gargallo modeló la figura en escayola para su posterior fundición en bronce, la cual, por dificultades económicas, solo se realizó de forma póstuma (1936).
La temática del profeta está presente de manera temprana en la producción del artista. En 1904 dibuja a pluma, con trazo rápido y seguro, una figura de un profeta barbudo, San Juan Bautista clamando en el desierto, con el brazo derecho levantado en un gesto inexorable de predicación y humanidad doliente. Más tarde, ensayó el formato tridimensional en chapa recortada con el busto en cobre Étude de Prophète (Estudio de «Profeta», 1926), que también se conserva en la colección del Museo. Y, finalmente, este Grand Prophète, una obra imponente y uno de los iconos de la escultura de vanguardia del siglo XX. En 1934 se expuso en una exitosa monográfica en la galería Brummer de Nueva York y en la sala Parés de Barcelona (en su versión original en escayola, en el segundo caso). El mismo año, Émile Tériade, editor de la revista Cahiers d’Art, publicó la escultura en el número 5 de la revista surrealista Minotaure.
El crítico Pierre Cabanne la definió como «una escritura de relaciones espaciales, de volumen y vacío, que solo el ojo del espectador recompone y completa». Este mismo autor también señaló que, si las esculturas de Picasso, Laurens o Lipchitz encerraban el vacío, Gargallo había logrado en esta obra abrir la luz, gracias a su estructura formal que definió como «el icono de lo irregular, de lo inacabado y de lo pleno».
Carmen Fernández Aparicio