Sonidos de cine
En 1940, Fantasía, un largometraje de dibujos animados de Walt Disney que giraba en torno a la música sinfónica, realizaba un homenaje a la banda sonora. A la banda sonora física, aquella parte del celuloide que contenía el sonido de la película. Esta capsula viene a ser otro homenaje a algo tan importante y trascendental para nuestra experiencia audiovisual contemporánea.
Audio: Fantasía (1940)
En realidad y desde su invención, el cine casi siempre tuvo sonido. En primer lugar el ambiental de los proyectores de entonces, de lo más ruidoso. Y desde el principio las películas contaban muchas veces con acompañamiento instrumental o narrativo. Pero estaba claro que no en todas partes habría un pianista o un narrador y se hacía imperioso que imagen y sonido vinieran unidos de fábrica. La primera idea fue utilizar los ya disponibles cilindros de sonido inventados por Edison en 1877, el fonógrafo, y poco más tarde los discos planos inventados por Emile Berliner en 1887. En 1894, tan temprano como todo eso, W. K. L. Dickson realizó lo que se conoce como Dickson Experimental Sound Film, que se rodó en los estudios Black Maria de Thomas Edison y en el que se ve a Dickson tocando al violín una pieza de Chimes at Midnight (Campanas a medianoche) con dos asistentes del estudio bailando.
Audio: W. K. L. Dickson. Chimes at Midnight (1894)
Poco más tarde, en 1900, la gran actriz Sarah Bernhardt, ya con 56 años, realizo una de las primeras filmaciones destinadas al público y sincronizadas con una grabación. Esto sonaba mientras la actriz interpretaba, como un hombre, el duelo de Hamlet.
Audio: Hamlet (1900)
Ese mismo año de 1900 se presentaba Cyrano de Bergerac, el primer intento de incorporar la palabra al cine. Los actores hacían un rudimentario doblaje. Los resultados no fueron catastróficos ni tampoco sensacionales y aún se llevaría un tiempo para que avances como este o como el color, que también estaba en este Cyrano, se convirtieran en una realidad viable y cotidiana.
Audio: Cyrano de Bergerac (1900)
Los inventos para sincronizar discos y películas se sucedieron de forma vertiginosa a principios del siglo XX.
A todo esto, ya se habían realizado inventos que luego tendrían una importancia decisiva en el futuro de nuestra banda sonora. Hertz había ideado en 1887 la fotocélula que permitía traducir la luz en señales eléctricas, y viceversa, y Lee De Forest en 1906 inventó el triodo, que permitía amplificar esas señales eléctricas . De hecho, De Forest inventó también una cámara de cine silenciosa y un primer sistema óptico para la captación y reproducción del sonido. Se llamaba Phonofilm y la idea era imprimir el sonido en el celuloide mediante intensidades de gris. Había nacido la banda sonora.
El invento pionero de Lee De Forest no fue demasiado lejos, en primer lugar porque casi todo él había sido apropiado de otros inventores y porque no sabía muy bien como utilizarlo a nivel comercial, dedicándolo a películas con el karaoke más antiguo, el llamado sing-along, donde tras un breve corto de dibujos animados se daba paso a una bolita que iba saltando de sílaba en sÍlaba en perfecta sincronía con la música. Tampoco se lanzó Lee De Forest a darle formato de largometraje a cortas intervenciones como este film del gran actor de la época y comediante Eddie Cantor. Una película de apenas diez minutos grabada en 1923 en el Rivoli Theatre.
Audio: Eddie Cantor (1923)
De forma simultánea tuvo lugar un invento danés, con un nombre que aún perdura como uno de los mas importantes fabricantes de cápsulas para tocadiscos, hablamos de Ortofon. En 1923 Axel Petersen y Arnold Poulsen aprovecharon los inventos de la fotocélula y el triodo para grabar el sonido de forma fotográfica en una cinta de celuloide. La banda sonora que dominaría durante este siglo XX. Aquí tenemos un ejemplo de una combinación de la palabra, la presentación, de una cantante a quien también escucharemos.
Audio: (1923)
Por otro lado, en 1925, la AT&T (American Telephone y Telegraph) había desarrollado un sistema capaz de sincronizar película y discos de 33 1/3 rpm que Warner Bross, la hermana pobre en el aquel momento de Hollywood, lanzó como Vitaphone. Funcionaba bien siempre que disco y película estuvieran en perfectas condiciones. Y aunque el Vitaphone apenas duró unos años, aunque su vida útil se prolongó algo más, a él le corresponde el honor de dar el pistoletazo de salida a la carrera del sonido en el cine porque, entre otras razones, AT&T se encargaba de un nuevo tipo de amplificación del cual hablaremos posteriormente. La primera película con este método fue una producción muda de casi dos horas, con nada menos que John Barrymore, a la que posteriormente se le añadió una banda sonora, esta vez en el sentido de acompañamiento musical junto a algunos efectos.
Audio: Don Juan Seduction (1926)
Las primeras voces con el Vitaphone, grabadas en un estudio especial de la Warner Bross fueron las de El cantante de jazz. La obra venía de ser un gran éxito en Broadway, sus canciones habían sido radiadas y editadas en disco y eran muy conocidas. Era una buena apuesta y Warner Bross decidió llevarla al cine con el cantante Al Jolson, que no era el original de Broadway. En realidad, los diálogos sincronizados duraban pocos minutos (la película duraba hora y media más o menos) y Jolson interpretaba seis canciones. El resto de la trama se narraba mediante intertítulos. Fue un suceso enorme, además de éxito, y aunque Vitaphone no se mostrara muy practico a la larga, con The Jazz Singer quedó claro que no había vuelta atrás. Esto era Al Jolson en The Jazz Singer, Mammy.
Audio: Al Jolson. Mammy, The Jazz Singer (1927)
En ese histórico 1927 hizo su presentación el Movietone de la Fox, que ya era sonido grabado en el celuloide, como el Ortofon danés o el Phonofilm de De Forest. Tras algunos cortos se aplicó en 1927 a un largometraje previo, de 1926, y en principio mudo, como sucedía con el Don Juan. Este largometraje se llamaba What price glory? y fue dirigido por Raoul Walsh. Fue un éxito enorme Este primer largo en Movietone no contenía diálogos, pero si una banda sonora con una canción que hizo época, la primera de una larga serie de éxitos surgidos desde la pantalla. Esto es Charmaine.
Audio: Charmaine. What price glory? (1926)
Hemos llegado a un momento donde ya se daba por supuesto que el sonido podía ser suficientemente amplificado. Era lo que decíamos de AT&T, que instaló prácticamente toda la primera hornada de cines en EE. UU. con sonido, vamos a decir. Lo más común era disponer de dos tipos de los nuevos altavoces de bobina móvil patentados no antes de 1924. Uno, para el diálogo, se colocaba tras la pantalla y otro, para la música, se situaba en el foso de la orquesta. Una copia de cómo se producían las obras de teatro o las variedades cuando aún no había cines específicos, situación que iría cambiando con cines construidos como tales en todo el mundo de una forma prácticamente explosiva.
Había habido avances como el de Alan Blumlein, que inventó el Stereo en 1931, pero tardó en explorarse a fondo. Se trataba de un estéreo tipo ping-pong, es decir, con tres posiciones, derecha, centro e izquierda, y se decidió, claro, que los diálogos sonaran siempre en el centro porque parecía más natural. Una decisión que se mantuvo durante muchas décadas en el futuro, incluso aunque la técnica estéreo fuera permitiendo gradaciones mucho más matizadas.
A todo esto, la llegada del sonido al cine no fue tan calamitosa o disruptiva. Mientras los miles de cines más o menos especializados introducían el equipamiento necesario para proyectar con sonido, todos los estudios de Hollywood recurrieron al método de publicar dos versiones, una silenciosa, aunque con acompañamiento de música y algunos efectos, y otra propiamente hablada. Un ejemplo fue la superproducción y enorme éxito Sin novedad en el frente, en la que participaban Carl Laemmle, Jr. (como productor), Lewis Milestone (como director), George Cukor o Fred Zinnemann, que actuó de extra, pero luego haría una enorme carrera en Hollywood. All quiet in the Western Front.
Audio: All quiet in the Western Front (1930)
Hemos hablado sobre todo del ámbito inglés y francés y especialmente norteamericano, pero en la Unión Soviética se producían también avances similares. Incluso antes de la Revolución de 1918, Dziga Vertov, que luego haría El hombre de la cámara, ya se había interesado por el sonido. Y suya fue la interesantísima Entuziazm. Simfoniya Donbassa, en la cual el sonido, o pero mejor decir, los sonidos, no tenían que proceder de una fuente también visible, tal y como lo hacía Hollywood. Teniendo en cuenta como era todavía la URSS, la forma de integrar el sonido en el cine fue objeto de encendidas polémicas ideológicas. Luego ya se impondrían tanto el montaje como el sonido lineales, tomados de Hollywood, francamente, más comprensibles para una masas todavía poquísimo educadas y ya con Stalin en el cenit casi de su poder.
Audio: Entuziazm. Simfoniya Donbassa (1931)
Mientras, en Alemania tenía lugar un suceso revelador. Walter Ruttmann, el director de Berlín, de La sinfonía de la gran ciudad, de 1927, utilizó en 1930 la banda sonora de forma exclusiva. Esto es, la banda sin ninguna imagen. Ruttmann había recibido el encargo de una una radio de Berlín y luego envió la pieza al II Congreso de Cine Independiente de Bruselas, donde se proyectó como “cine para el oído”. Weekend (Wochenende), que así se llamaba, era un collage de sonidos de un fin de semana berlinés que se considera el antecesor directo de un montón de cosas, desde de la música concreta a determinado tipo de arte sonoro. Interesante en este contexto esta cápsula es que Ruttmann utilizo la banda sonora porque con sus 12 minutos por rollo, duraba casi cuatro veces lo que un disco de 78 rpm, lo cual ponía en evidencia las carencias de este último sistema y al mismo tiempo reclamaba, ya en 1930, una forma de grabación y conservación más duradera del sonido. Es una de las poquísimas veces que nuestra banda sonora logró independizarse de la imagen de forma absoluta. Más tarde, claro, aparecerían esos medios de grabación y reproducción de mayor longitud, vamos a llamarlo “magnetofón”, y eso ya no tendría sentido. Vamos a escuchar un poco de Weekend.
Audio: Walter Ruttmann. Wochenende (1930)
El gran cambio tendría lugar justo antes de que EE. UU. entrara en la II Guerra mundial a través de Fantasía. Disney y RCA habían desarrollado un nuevo sistema de sonido mucho más complejo, el Fantasound. El nuevo sistema era en principio una especie de estéreo ambiental y de mejor calidad de sonido aunque todavía no propiamente de alta fidelidad. En realidad, la película era una ilustración animada de obras de Tchaikovsky, Holst, Strauss, Beethoven, Mussorgsky, Bach o Mahler, que sonaban casi como si allí hubiera una orquesta sinfónica, la que veíamos en la pantalla. Esto era muy importante, porque de pronto la experiencia sonora cinematográfica en sala comenzó a ser algo irreproducible en el hogar. Es el comienzo de una carrera donde el sonido ha ido cobrando cada vez mayor importancia y haciéndose más y más y más complejo. Aproximándose primero a la realidad y luego superándola, el tema del que trataremos en la segunda parte de esta cápsula.
Audio: Fantasía (1940)