Laurie Anderson
All the things I lost in the flood
El pasado 14 de noviembre, Laurie Anderson pasó por el Museo Reina Sofía, para presentar la performance “All the things I lost in the flood” en la que revisó de forma muy libre y amplia cuatro décadas de su producción artística. La acción se enmarcaba en el festival RIZOMA que trajo a la artista a Madrid para participar en actividades vinculadas con varias instituciones culturales de la ciudad, entre ellas el Museo Reina Sofía.
RRS tuvo la oportunidad de mantener una breve conversación con la artista en la recepción de su hotel situado en la céntrica Plaza de España de Madrid. Un día después de la performance y sin abandonar la sensualidad embriagadora de su voz la artista comenzó por abordar la pérdida material de los objetos y su permanencia en el cuerpo y la memoria narrada.
Laurie Anderson: Hola, soy Laurie Anderson. Soy una artista de Nueva York y estoy en Madrid para hacer muchos proyectos. Me alegra mucho estar aquí. Esto es como Nueva York. Se ve mucha acción y mucha gente en la calle. La gente no se esconde en casa ni en el coche, está fuera, en la calle. Aquí me siento como en casa. Me recuerda a Nueva York.
Tengo que decir que no he dedicado mucho tiempo a recordar las cosas. Fue un poco un alivio cuando se destruyó todo, la verdad. Ya no tenía que cuidarlo. Ya no tenía que mirarlo. Ya no tenía que asegurarlo. Ya sabes. Nunca me han interesado tanto las cosas. Por supuesto, me encanta hacer cosas, soy una artista. Por ejemplo, acabo de hacer un proyecto con Anselm Kiefer. Me pidió que intercambiásemos alguna obra y le dije: «No soy coleccionista». Es decir, me encantan las pinturas de Anselm Kiefer, todo lo que hace. Hice una mesa para él en la que se podía oír a través de los huesos y la pusimos en su casa, en el sur de Francia. Creo que lo que yo le voy a pedir a cambio es pintar unos días con él. Eso es lo que me gustaría hacer, ver cómo es hacer cosas cerca de él.
El 29 de octubre de 2012 el huracán Sandy tocó tierra en New Jersey, azotando con virulencia la Costa Este de Estados Unidos. Nueva York fue una de las ciudades más afectadas, subiendo hasta cuatro metros el nivel del agua. El sótano en el que Laurie Anderson guardaba sus obras, algunos de los equipos y otros documentos quedó completamente anegado por el agua.
Laurie Anderson: Soy budista, creo que nada es estático, que todo cambia, y que no se puede detener ese curso. Y es muy interesante intentar fluir con él. Valoro el hecho de que todo esté siempre cambiando.
En el Museo Reina Sofía, Anderson activó el libro All the things I lost in the flood, una publicación en la que la artista recopila historias que entretejen su trayectoria artística.
“En la raíz de todas las obras, [dice la artista], hay historias. Son los motores. Las historias y las palabras son las cosas que más me gustan. Este es un libro sobre las estrategias que he usado para transformar las historias y las palabras en cosas”.
Laurie Anderson: No invento formas nuevas. Uso formas que ya estaban ahí, solo les doy nuevos usos. Me interesa cómo usarlas más que hacer algo nuevo para su percepción estética. Esto me lleva a no intentar ir al futuro, sino a mirar cómo pueden funcionar las cosas de forma diferente ahora.
Trabajo formas artísticas relacionadas con el presente. Conlleva una gran responsabilidad porque no quiero ser demasiado obvia ni demasiado oscura y quiero conseguir un equilibrio que la gente entienda.
Laurie Anderson se movió en registros muy variados en la performance que hicieron reír e incluso emocionarse a la audiencia, y que mostraron también por qué ha sido capaz de ganarse el reconocimiento de tantas personas.
El escenario se le queda pequeño a una artista que como ella es capaz de ocuparlo con su voz y su cuerpo, como también con las extensiones que como el violín o las imágenes irradian de sus historias.
El lenguaje es un virus, ya nos lo dijo en el single de 1986, y así, como un virus sus palabras hechas lenguaje se metieron por el cuerpo de 400 personas hasta hacerlas confluir en un grito colectivo.
Laurie Anderson: Estaban muy metidos. Fue un grito muy apasionado, he de decir. Nunca sabes si la gente se va a cortar o qué, pero estaban como… ¡Sí! Fue maravilloso. Fue un sonido muy alegre. Creo que es muy importante expresar cómo te sientes, y a veces lo que sientes es un grito o un chillido.
Todo el mundo tiene el poder de la voz ahora. Eso es una pesadilla para mucha gente porque todo el mundo es un crítico. Es igualitario e interesante, pero también libera una especie de criatura que algunas veces tiene mucha ira. Dar el micrófono a todo el mundo… Es mejor que te prepares para lo que van a decir porque puede que solo sea ira. Y no estoy en contra de expresar la ira. Mucha gente tiene un buen motivo para estar enfadada, se privan sus derechos, cada vez más. Cada vez están más marginados por lo que pasa en el mundo, desde un punto de vista tecnológico. Se están quedando sin trabajo y están perdiendo la esperanza de encontrar algo que hacer. Creo que la gente que está concibiendo este mundo lo sabe perfectamente. Lo que está pasando es bastante nocivo. Creo que es muy, muy buena idea hablar sobre esto. Opino que los museos y las instituciones culturales están teniendo un papel muy importante en ese sentido.