Ignasi Aballí. sin principio / sin final. Del 28 octubre de 2015 al 14 marzo de 2016. Edificio Sabatini, Planta 3
Ignasi Aballí: algunos de mis trabajos cuestionan la pintura desde un punto de vista tradicional e intentan abordarla y presentarla desde otros ámbitos, rompiendo sus límites y llevándola a otras prácticas que ya no serían la tradicional de la pintura y la tela.
La exposición está planteada como un fragmento, un grupo de trabajos que podrían ser otros, que finalmente han sido estos. Que ya vienen de un antes y continuarán en un después.
El recorrido de la exposición se articula a partir de tres obras que aparecen en todos los espacios. Una es una de las paredes de cada espacio pintada de un blanco distinto del del Museo (Diez Blancos, 2015). En todas las salas hay una foto de limitación, prohibición, etc. (Rótulo (imagen-texto)) y en todas ellas hay un díptico con dos palabras que yo digo que es como la hoja de sala. Dos palabras que indican cómo todas esas obras tienen un sentido juntas, y por dónde hay que leer –en cierta manera- las obras que aparecen reunidas en ese espacio.
Podemos encontrar por un lado obras que ha hecho el tiempo, o que ha sido necesario una temporalidad amplia para que la obra consiga concretarse. Y otras en las que la obra se concreta y se realiza de manera más puntual. Esas dos temporalidades funcionan en paralelo. Mientras voy desarrollando unos proyectos muy largos en el tiempo, por ejemplo los que he hecho usando el periódico que son ya 15 años, y en paralelo a ese se concretan otros mucho más cortos, con una temporalidad a veces de un momento, de un día.
Muchos trabajos se construyen a partir de una metodología muy rutinaria, casi como gestos rutinarios que estructuran también mi forma de abordar el trabajo, porque por ejemplo recortar el periódico es una forma de mantenerme conectado a mi obra, a mi proceso. Entonces… esos gestos como recolectar, clasificar, reordenar sí que me permiten un poco estructurar el trabajo del día.
Claro, cuando todo eso entra en el Museo tienes que pensar cómo lo va a recibir el espectador y cómo hacer comprensible, al menos mínimamente, todo ese proceso para que el espectador entienda qué estás haciendo.
Es necesario presentarlo de una manera que todo el mundo pueda, mirando las obras, entrar como mínimo en lo básico de ese trabajo y después en función de sus intereses, sus conocimientos, su cultura, su sensibilidad,… su interés pueda profundizar e ir más a fondo en lo que cada obra plantea y contiene.
El hecho de sacar de contexto la información, tanto si es el nombre de un país, un número de muertos, de personas o una imagen de la que ya no tenemos el pie de foto y no podemos saber qué es lo que estaba pasando ahí, lo convierte en algo por un lado intemporal (fuera del momento en que eso ocurrió), pero también provoca una distancia con el hecho. Entonces, mi idea más que desactivar la información es reordenarla y presentarla de otra manera. Se trata de construir una especie de representación paralela a la realidad con un material que la propia realidad ha producido. Es devolverlo a partir de un gesto mínimo de reordenación para que el espectador, y yo mismo –yo digo que lo hago para tratar de comprenderla. Ordenar es comprender, bueno, presentarla de otra manera y ofrecer otra imagen de esa realidad que nos llega cada día de una forma caótica y mezclada.