Vista de sala de exposición. Chris Killip. trabajo / work, 2013

Entrevista a Chris Killip

trabajo / work

martes 29 octubre 2013
7:32
Fotografía
Archivo
Política
Historia
Visualidad
Audiovisual

La exposición trabajo / work constituye una mirada retrospectiva a la obra del fotógrafo Chris Killip (Isla de Man, 1946) que recorre su trayectoria desde finales de la década de los sesenta. Una muestra que le revela como renovador de la fotografía documental y poseedor de una personal visión de las luchas de la clase obrera británica.
Las imágenes de Killip recogen el legado de pioneros como Walker Evans, Bill Brandt o Paul Strand, al que Gerry Badger le emparenta en su aproximación exenta de nostalgia a los miembros de un mundo en trance de desaparecer. De ahí que Killip se presente a sí mismo como fotógrafo del proceso de desindustrialización de Reino Unido.

Entre las cuestiones que esta entrevista recoge, destaca la posición del propio Killip respecto a su celebrado In Flagrante (1988). Libro cuyas fotografías se convirtieron inopinadamente en referencia clave de los efectos del thatcherismo en el norte de Inglaterra, en particular en las poblaciones retratadas de Lynemouth o Skinningrove. Siendo ésta última la que da nombre al documental que ha realizado Michael Almereyda sobre la experiencia de Killip en aquel pueblo pesquero. Para sorpresa del entrevistado, tras ganar el premio del jurado al mejor cortometraje en el festival de Sundance, el filme compitió  por el Oscar en la categoría de cortometraje documental en 2014.

Realización

Rubén Coll

Locución

Luis Mata

Licencia
Creative Commons by-nc-sa 4.0

Entrevista a Chris Killip

trabajo / work

Chris Killip. trabajo/work. Del 2 de octubre de 2013 al 24 de febrero de 2014

Las fotografías tienen, inevitablemente, una relación con la historia. Cuando tomas una fotografía puedes retomar ese momento del pasado.

Y hay algo fantástico en ese mirar, en la quietud de esta imagen que está congelada desde el pasado. Y cuando haces un libro de fotografías o montas una exposición, hay un diálogo entre esas imágenes. Así que puedes decir cosas que creo que son bastante elocuentes, pero sin palabras. Y esa es una propuesta interesante y un diálogo interesante con un público de todo tipo, gente que no conoces. Y esa gente tiene una buena predisposición hacia la fotografía. No sienten que no la entienden, no es eso lo que piensan, saben cómo lidiar con la imaginería visual en ese sentido. Así que acceden a ella de inmediato y pueden ser partícipes de ella.

Tenemos la foto del chico, la que está fuera, la del chico en la pared. Esa foto está considerada como la descripción genuina de la era Thatcher. Y es bastante extraño, porque ella no era primera ministra cuando hice esa fotografía. Faltaban aún tres años para que llegara a ser la primera ministra. Así que esa imagen y ese momento no tienen nada que ver con ella en realidad. Era un primer ministro laborista, James Callaghan, quien estaba en el poder cuando hice esa fotografía. Así que es bastante complicado cómo las fotografías escapan de ti y las simplificaciones periodísticas se repiten, y las imágenes acaban transformándose en lo que la gente interpreta y en cómo encasillan la imagen.

Para mí el norte era bastante duro cuando estaban los laboristas, y fue a peor con los conservadores. Ninguno de ellos fue una maravilla para la gente ordinaria, definitivamente no. Está el estilo de vida, y la política, y por otro lado... todo lo que podríamos llamar la realidad económica. Y en última instancia, para la mayoría de la gente, no hay mucha diferencia entre los partidos políticos, en especial cuando se trata de crear empleo en una zona como el norte de Inglaterra.


Se me ha asociado mucho a la idea de Thatcher, la Inglaterra de Thatcher. Pero la realidad es mucho más complicada que eso, porque cubre un período de tiempo mucho más amplio. Es una simplificación considerarlo una representación de la Inglaterra de Thatcher. Para mí es un documento, entre otras cosas, de la desindustrialización de Inglaterra. Pero cuando estaba tomando las imágenes no sabía eso. No sabía que todo esto iba a ocurrir tan deprisa. Sabías que quizá las cosas no serían lo mismo durante los siguientes 50 años, pero no tenía ni idea de que en cinco años muchas cosas habrían desaparecido. Los barcos habrían desaparecido. Y de que en diez años ya no habría minas de carbón. No lo sabía, y creo que nadie en ese momento sabía que sería tan abrumador, ya sabes, tan radical. Así que creo que soy el fotógrafo de la desindustrialización de Inglaterra. Se me hace muy extraño volver al lugar donde se extraía el carbón del mar, porque la primera vez que estuve allí, podías ver a los hombres en la playa extrayendo el carbón del mar con caballos y carretillas. Si estuvieras allí ahora no tendrías ni idea de cómo era ese sitio hace quince años. Ha desaparecido. Así que estoy muy contento de haberlo fotografiado. Ahora puedes decir “no, mira, esto existió, así es como era este sitio”. Así que hay un extraño poder testimonial, en especial para los niños de estas zonas y los hijos de la gente que trabajó allí. Y para mí esto es importante. Este testimonio está ahí, concreto, la prueba de ello.

Es como lo loca que es la vida. Yo volvía de Essen y un cineasta amigo mío que estaba dando clases en Harvard me preguntó qué había hecho allí. Yo le expliqué acerca de la charla y me preguntó "¿De qué hablas?". "De mi trabajo", le dije. Y él me respondió "Bueno, ahora hazlo para mí". Así que allí, sentado en mi clase, le di la charla que había dado en Essen. Y él dijo "Quiero grabarla". Yo le contesté "¿En serio?". “Sí, de aquí a una semana, a las cinco en punto". Y apareció una semana después con dos estudiantes, que eran los cámaras, e hizo una película de mi charla. Después le mandé los archivos digitales para que pudiera sustituir las diapositivas por los archivos, en alta resolución. Después volvió y me dijo "Escucha, creo que voy a quedarme con una parte del pueblo pescador porque quiero trabajar en ello para ver cómo puedo tratar la película, qué puedo hacer con ella".
Así que se quedó con la parte de Skinningrove, que duraba 15 minutos, e hizo un montaje y un tratamiento de aquello acompañado de un diálogo sobre lo que estaba haciendo. Cuando lo terminó, sin decirme nada, lo mandó al festival de Sundance. Y después me encuentro con que había ganado el premio al mejor corto documental, lo cual es muy extraño, porque había sido todo muy imprevisto. Pero él era un cineasta muy reconocido, Mike Almereyda, así que creo que dieron el premio por él. Al haber ganado allí fue directamente a los Oscars, porque el ganador del corto documental en Sundance va a Hollywood en la categoría de cortometrajes documentales. No creo que gane, pero creo que es bastante curioso que esa peculiar conversación en mi clase acabe teniendo una vida propia.