Wols (Alfred Otto Wolfgang Schulze, 1913, Berlín - 1951, París) es una de las figuras más enigmáticas del arte del siglo XX. Pese a la originalidad, brillantez e influencia posterior de su trabajo, su legado se ha visto rodeado por cierto aura de artista “maldito” y ha sido postergado a un segundo plano por otros nombres más sonoros para el gran público.
La exposición Wols: el cosmos y la calle, organizada por el Museo Reina Sofía, profundiza en la recuperación de los discursos dispersos del arte europeo surgido en el traumático período de la posguerra mundial y rescata, a través de unas 90 obras, la singular contribución artística de Wols.
La muestra del Museo Reina Sofía resulta única ya que, además de enlazar la producción de Wols con la propia colección del Museo - que cuenta con obras del creador alemán-, se ha concebido no como una retrospectiva con estructura cronológica sino como una exposición concentrada al mismo tiempo en los dos focos principales de su quehacer artístico.
Por un lado, repasa los dibujos, grabados, acuarelas y óleos “abstractos” producidos por Wols, tanto durante la Segunda Guerra Mundial como en la posguerra, cuando el artista soportaba una vida precaria en Francia. Por otro, revisa sus trabajos fotográficos, realizados antes del conflicto bélico, entre 1932 y 1938.
El Cosmos “es sinónimo de sus exquisitos dibujos, la creación de una visión de la energía universal que se expresa en fluidas construcciones de formas biológicas y orgánicas. La calle representa lo cotidiano, lo terrenal, los detalles prácticos de la existencia humana que revelan las fotografías de Wols” apunta Guy Brett, comisario de la exposición en el catálogo editado para la ocasión.
Wols, cuyo prestigio surgió mucho después de su muerte prematura, es conocido principalmente por su faceta de pintor asociado a los orígenes del informalismo. Junto a la pintura, produjo un segundo grupo de obras, las fotografías, que hasta la fecha han suscitado menor interés del que realmente merece. Este hecho resulta aún más sorprendente si se tiene en cuenta que Wols trabajó sobre todo como fotógrafo durante más de una década y que su modo de fotografiar, inequívocamente personal, guardaba una importante relación con su obra pictórica y gráfica que la exposición trata de destacar.
Se trata, en definitiva, de una exposición tanto para ser pensada como para ser mirada y en cuyo recorrido nos guiarán las propias palabras del artista, que muestra su complicidad con el espectador al afirmar que “ver significa cerrar los ojos”.
“Si consideramos las circunstancias que contribuyeron a formar la obra de Wols en las diversas etapas, así como sus preocupaciones y sensibilidades, se aprecia en ella un juego continuo entre la abstracción y la figuración. Uno de sus rasgos especiales es que abarca tanto la fotografía como la pintura. En cierto sentido, más allá de los diversos procedimientos técnicos que se requieren en uno y otro medio, el grado de abstracción de las fotografías «figurativas» es casi equiparable al grado de figuración de los dibujos, acuarelas y grabados «abstractos». Participan la una en la otra, al tiempo que permanecen diferenciadas. Se crea una zona fluida, un área de transición concebida como algo vasto y diminuto a la vez. En la creación de este espacio incierto radica la perspicacia y el ingenio de la obra de Wols” añade Guy Brett.
Organización: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Comisario: Guy Brett
Coordinación: Fernando López
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