La exposición de Manolo Quejido (Sevilla, 1946) Distancia sin medida repasa la carrera del artista, que se inició en 1964. Tras unos inicios en los que Quejido explora el expresionismo, el pop y la experimentación geométrica, en 1974 el artista entra por fin a pintar.
Con el paso a los años ochenta comienza a producir una pintura radiante, realizada a partir del pretexto de la vida cotidiana pero atenta a toda la tradición de la pintura occidental, pasada por la particular mano de Quejido. A partir de estas pinturas, a lo largo de la década Quejido irá estudiando, en distintas series, la espacialidad de la representación pictórica y las peculiares distancias que tienen cabida allí, en el plano único del lienzo.
Desde 1993, Quejido trabaja también en respuesta a lo que él llama un estado “de mediación generalizada”. Ante el apabullante imperio del consumo de objetos e imágenes y que caracteriza las últimas décadas del siglo XX, el artista se vale de vistas ampliadas de etiquetas de producto y ofertas de supermercado, de papel del periódico y fotografías de prensa, articulando su repulsa. Repulsa que, también, incide en la distancia de seguridad que los medios interponen entre nosotros y la actualidad.
También tienen cabida en la muestra sus continuas reflexiones sobre el pensamiento y la pintura, que le ocupan desde 1974 hasta hoy día: la pintura no se limita a representar un pensamiento, sino que lo produce en su propio hacer. En este proceso, según la forma de hacer de Quejido, el pintar/pensar van siempre acompañados por un tercer término, el del sentir.
En conjunto, las cerca de 100 obras expuestas en Distancia sin medida no sólo permitirán al espectador repasar la evolución de Quejido, sino también tomar conciencia del carácter radicalmente crítico del artista y de la lucidez y rigor de sus investigaciones sobre las posibilidades plásticas de la pintura.
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