La exposición dedicada a Daniel Vázquez Díaz (Nerva, 1882 - Madrid, 1969) supone la puesta en marcha un proyecto cuyo objetivo es presentar la colección íntegra que conserva de un artista determinado. En el caso de Vázquez Díaz el número alcanza las ochenta obras, entre pinturas, dibujos y grabados, encontrándose gran parte de ellas en depósito en el Museo Provincial de Huelva. El firme deseo de este artista de estudiar en la Academia de San Fernando, instalándose en Madrid en 1903, supone el inicio de una carrera cuyo siguiente paso es París; allí aprende la lección de Paul Cézanne de someter la representación a una síntesis geométrica. Su asunción del lenguaje cubista lo convierte en uno de los principales renovadores de la pintura de paisaje en España, desarrollando su carrera tanto en territorio español como en París.
Como ponen de manifiesto las obras expuestas, Vázquez Díaz constituye uno de los ejemplos artísticos sobre los que se vertebra el arte español durante la primera mitad del siglo. En su pintura se conjugan los volúmenes rotundos con las líneas duras procedentes, tanto de la gramática cubista como de la herencia de cierto valor de la tradición pictórica, como Diego Velázquez y Francisco de Zurbarán. Sus cualidades como retratista lo convierten en el pintor que mejor da cuenta de los rostros y caracteres de poetas, escritores, historiadores, artistas, actrices y toreros que a lo largo de las décadas que atraviesan y marcan la vida cultural e intelectual francesa y española. Así, su obra muestra a figuras tan importantes como: María Guerrero, Miguel de Unamuno, Henri Barbusse, Ramón Menéndez Pidal, Manuel Moreno, Anatole France, Benito Pérez Galdós, Marcelino Mendéndez Pidal, Ramiro de Maeztu, Javier Winthuysen, Dimitri Tsapline, Sunyer, Adriano del Valle y las cuadrillas de Frascuelo, Lagartijo y Mazzantini, entre otros.
La exposición reúne también ejemplos del gran proyecto que Vázquez Díaz lleva a cabo entre 1929 y 1930: los frescos para el convento de La Rábida conocidos como Poema del Descubrimiento. Los dibujos preparatorios y el fresco Fragmento de los marineros revelan la proximidad estilística y la conciencia estética del pintor con un lenguaje que, desde los presupuestos de la Nueva Objetividad, está virando hacia un realismo que, aunque severo, conserva la herencia de la vanguardia, en una síntesis entre tradición y modernidad.
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