Millares en Silos

Millares rastrea y disecciona al hombre buscando una respuesta a su sufrimiento. La preocupación por los interrogantes universales acerca del sentido de la vida, le llevan a realizar trabajos de reflexión y denuncia con un vocabulario propio. Ese sentimiento trágico, velado en sus primeras etapas a través de un surrealismo mágico eclosiona a finales de los años cincuenta con las oscuras y desgarradas arpilleras. Este material humilde con el que crea obras acuchilladas y vueltas a coser, habla de la necesidad de destruir para construir algo mejor. Son las protagonistas, según sus palabras, "…de un arte de explosión y de protesta, de un modo apasionado de expresión que se destruye a sí mismo para construirse ipso facto de sus ruinas". El blanco, el negro y el rojo predominan en su obra, colores con los que alcanza una expresividad plena, si bien en sus últimas obras, como las que podemos ver en Silos, el blanco va desplazando al negro, con el que se acentúa el sentido efímero de la vida.

La exposición reúne un conjunto de obras de madurez realizadas con técnica mixta sobre arpillera efectuadas desde mediados de los años sesenta hasta su muerte. Son trabajos que ofrecen una selección de la iconografía fabricada por el pintor para representar al hombre, con la que denuncia las atrocidades propias de la historia. En estas obras aparece la temática de la guerra, con intención de denuncia pero desde la esperanza, así como referencias a la muerte y al mundo arqueológico. Estas obras que interrogan y denuncian el sufrimiento y el absurdo humano, adquieren un sentido especial en las salas del Monasterio de Santo Domingo de Silos. Son cuerpos acribillados frente a un muro o caídos en la trinchera, pánico y muerte forrados de arpillera. Los despojos, unidos a su poder para la reconstrucción, aparecen en el mensaje que transmiten sus obras.