Miguel Ángel Campano (Madrid, 1948) es uno de los referentes de la denominada renovación de la pintura española, que tiene lugar en la década de los ochenta y en la que participan también Ferrán García Sevilla, José Manuel Broto, José María Sicilia y Miquel Barceló.
Esta exposición se compone de más de sesenta pinturas realizadas entre 1991 y 1998, y persigue señalar la radicalidad y pertinencia de los planteamientos artísticos de Campano, así como ilustrar momentos de transición, que marcan nuevos hallazgos para “hacer posible la pintura”, según palabras del artista.
La tensión entre abstracción y figuración y el contraste entre vacíos y llenos, alcanza en su obra un componente experimental decisivo. Para lograr la quiebra de estilo, Campano revisa la tradición pictórica y toma como punto de partida algunos temas y obras de la pintura francesa, de artistas como Eugène Delacroix, Nicolas Poussin o Paul Cézanne. Con ellos, Campano emprende la construcción de una estética radicalizada, donde confluyen algunas de las líneas más enérgicas de la tradición minimalista y de las variantes gestuales de Franz Kline y Robert Motherwell, junto con alusiones a las vanguardias históricas vinculadas con el Constructivismo y el Suprematismo.
La obra de Campano -Premio Nacional de Artes Plásticas en 1996- se convierte en un lugar de experimentación y transgresión privilegiado, que cuestiona de manera permanente la pintura desde dentro de la propia pintura. A partir de 1991, año donde comienza esta exposición, se aprecia con mayor rotundidad esta evolución.
La muestra se inicia con las últimas pinturas de la serie Ruth y Booz (1991), obras inspiradas en L´Été de Poussin, que abren formalmente el camino a una nueva manera de asumir el cuadro y el espacio pictórico. El artista genera estructuras de campos de pintura negra sobre fondo neutro, que dominan su producción a mediados de los años noventa. Estas piezas resultan muy abstractas, aparentemente desligadas de contenidos narrativos, la historia desaparece y sólo queda la pintura. Las obras de este periodo se identifican por la extensión de la materia y la voluntad de equilibrio compositivo y poético, como la serie EH (1993), dedicada al poeta Eduardo Hervás.
En las piezas de Campano de la segunda mitad de los años noventa se advierte la huella de su estancia en la India en 1994, en obras como Raju (1994) o la serie Plegaria (1995-1997). En sus últimos trabajos de 1997-1998 el color adquiere un renovado protagonismo, en LVER Teye, Guillermo, Pilar I y Pilar II, todas ellas realizadas en 1998.
En esta exposición cabe destacar también el enfrentamiento del trabajo pictórico con la arquitectura del Palacio de Velázquez. Mosaico de San Martín (1998) y Elías (D´après Daniel Buren) de 1996-1999, que ocupan los torreones orientales del edificio, otorgan al espacio una nueva dimensión visual y espiritual.
Datos de la exposición
Obras de la Colección incluidas en la exposición
Publicaciones del Museo Reina Sofía