Mateo Maté (Madrid, 1964) utiliza objetos cotidianos, incluso a menudo ligados a su propia rutina doméstica, para explorar cómo en la modernidad tardía los espacios que habitamos están atravesados por tensiones y violencias en las que lo íntimo y lo social, lo político y lo existencial, lo individual y lo colectivo se entremezclan y confunden. Interesado por el potencial simbólico de la metáfora cartográfica, Maté crea espacios escultóricos y performativos que a la vez que nos resultan familiares, nos generan un profundo desconcierto, como si estuvieran plagados de peligros latentes, de enigmas perturbadores. En sus trabajos, el artista madrileño plantea que en un contexto como el actual, en el que nuestros entornos más inmediatos se han convertido en geografías indescifrables y llenas de amenazas e incertidumbres, tenemos que repensar y reinventar la noción de habitar, ser capaces de desbordar nuestra mirada y devolverle la concreción a los espacios y objetos que nos rodean.
Recurriendo con frecuencia a la ironía y buscando la implicación crítica de los espectadores y una cierta presencia del azar, las instalaciones de Mateo Maté -en las que encontramos desde esculturas realizadas con pilas de periódicos hasta muebles que tienen formas de países, pasando por camas desechas y mesas con restos de comida que recorren trenes y aviones de juguete a los que se les ha adosado una pequeña cámara- abordan cuestiones como la construcción identitaria, la progresiva militarización del ámbito doméstico, la experiencia del desarraigo, la relación entre arte y vida, la emergencia de la video-vigilancia como nueva narrativa de la contemporaneidad o la interiorización y naturalización de los dispositivos de poder.
Universo personal es una instalación que Mateo Maté ha concebido específicamente para el Monasterio de Santo Domingo de Silos (Burgos), una abadía románica en la que aún vive una pequeña comunidad de monjes benedictinos que aunque no le da la espalda a ciertas comodidades y ventajas del mundo moderno (ordenadores, avances médicos…), sigue organizando su vida cotidiana según la estricta lógica cíclica que establecieron los fundadores de la orden. En la instalación, diversos objetos cotidianos -unos zapatos, unas gafas, un libro de oraciones, una lámpara de escritorio...- forman una extraña constelación flotante que tiene una envoltura esférica. Una pequeña cámara va recorriendo la estancia y su mirada mecánica, fragmentada y en blanco y negro se proyecta en tiempo real en una pared de la habitación por la que los visitantes acceden a la instalación. De este modo, explorando la dialéctica entre lo espiritual y lo material desde la que el eclesiástico construye su mundo, Maté erige un espacio que es, al mismo tiempo, espectral y concreto, fantasmagórico y tangible, y nos invita a reflexionar en torno al proceso de construcción de nuestro propio universo mental.