
En Envoltura el cuerpo humano, en particular el femenino, es el protagonista -por alusión en unos casos y por ausencia en otros- en todo el conjunto de obras que componen la exposición.
Martin Assig (Schwelm, Alemania, 1959) propone una muestra dividida en dos secciones: en la primera presenta más de un centenar de dibujos, mientras que en la segunda el espacio lo ocupan cuatro grandes tablas, con dimensiones que alcanzan los dos metros y medio de ancho y cuyo elemento común es la reminiscencia formal a una falda: Falda roja, Vestido, Mujer y Mujer con falda, las cuatro del año 2000. En ellas, la prenda se convierte en soporte pictórico, además de simbólico, que acoge la diversidad de motivos y ornamentos cromáticos.
Esta apología de la corporeidad y el empleo de la técnica de la encáustica -por la que el pigmento se aplica sobre cera aún líquida y cuya introducción para la pintura contemporánea se debe a Jasper Johns- dotan a su trabajo de un fuerte componente antropológico, además de la exploración de los valores conceptuales de la pintura como materia. Así, con la cera crea superficies mates de ricas tonalidades, que aparecen afectadas y desgastadas por el paso del tiempo.
La idea del vestido como arquitectura del cuerpo supone en estas grandes piezas la materialización de unas de las grandes obsesiones plásticas de Assig: Frida Kahlo y su iconografía del vestido como soporte y ortopedia de una anatomía fallida. Contempladas desde otro punto de vista, en estas faldas como superestructuras también se puede advertir un homenaje a la pintura española del siglo xvii y en particular a los retratos de aparato de la monarquía, realizados por Diego Velázquez, o a los posteriores de Francisco de Goya. Lo que estas lecturas evidencian es la posición de Assig en defensa de la práctica pictórica y del poder de las imágenes por sí mismas, lo cual, resulta coherente con su trayectoria como uno de los máximos representantes de la corriente pintura-pintura, desarrollada en Europa a finales de los años ochenta.
El conjunto de dibujos, en gran parte realizados a la encáustica y en otros casos con grafito, muestran el mundo de imágenes ambiguas que alimentan el imaginario de Assig, caracterizado por su difícil interpretación, pese a que rara vez responde a razones aleatorias. Sus imágenes, tanto abstractas como figurativas, establecen cierto vínculo conceptual con el mundo de los exvotos y parecen obedecer a rituales místicos o de carácter iniciático.
Assig desarrolla este vocabulario de imágenes para representar ideas abstractas -en definitiva los grandes temas como el amor y la muerte-, y formula para ello estructuras visuales inéditas. Sin embargo, mientras que los elementos figurativos de estos dibujos (ojos, pechos, cabezas, manos), pueden ser asumidos como misteriosos signos abstractos de naturaleza simbólica, los motivos propiamente abstractos parecen remitir a cierto primitivismo germinal.
Datos de la exposición
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