La exposición retrospectiva de Markus Lüpertz (Liberec-Reichenberg, República Checa, 1941) repasa la trayectoria de uno de los artistas alemanes vivos más importantes de las últimas décadas. Representante del Neoexpresionismo Alemán junto a Georg Baselitz, A. R. Penck (Ralf Winkler) y Jörg Immendorff; surgido a comienzos de los años sesenta, Lüpertz y sus compañeros de generación llevaron a cabo una particular rehabilitación de la pintura desde la pintura misma, retrotrayéndose en muchos casos a las vanguardias de comienzo de siglo. La intensa y compleja carrera artística de Lüpertz queda sintetizada en las ciento treinta y cinco obras (pinturas, dibujos y esculturas) ahora reunidas, las cuales se organizan en tres grupos cronológicos, aunque se advierten prolongaciones de motivos y recursos en ellas.
Su primera etapa se conoce con el nombre de Dithyrambische Malerei (Pintura ditirámbica) (1964-1976), la cual queda marcada por la presentación de su Dityrambische Manifest en 1966. Lüpertz se apropia de un término que remite a una composición poética de la antigüedad griega consagrada a Dionisios y que luego recuperó Nietzsche en forma de poesía hímnica. Como señala Johannes Gachnang, comisario de la muestra: “hasta mediados de los años setenta Lüpertz utilizó el concepto de ditirambo como epíteto en los títulos de sus obras, y de este modo llamaba la atención sobre un valor suplementario, un excedente de energía, de irradiación o de vitalidad que era capaz de agregar a sus cuadros”. En este momento se reconocen las que serán características de su trabajo posterior: el uso de una paleta predominantemente oscura, el valor expresivo que infiere al color -más que a lo gestual-, la elección de lienzos de grandes dimensiones y la práctica de una pintura siempre con tema. La representación sintética de troncos, tejas y diamantes de sus primeros cuadros deriva enseguida a composiciones más complejas, de colores más vivos en las que recurre a cascos, flechas, caracoles y campos de trigo, pintados y reunidos a la manera de emblemas militares como en el caso de Shwarz, Rot, Gold I - Dityrambisch (1984) y en las que se evidencia el tema de muerte, el cual se instala en su pintura como vanitas. De ese momento es su recomendación a pintar cuadros con temas alemanes.
En la segunda etapa, Stil-Malerie (Pintura de estilo) (1976-1984) Lüpertz lleva a cabo series y versiones sobre un mismo tema-problema (del motivo a la forma y viceversa), pues al aislarlo pretende resolverlo, al tiempo que rompe su efecto, tal como se puede apreciar en Amor und Psyche (1978) y en Pierrot Lunaire (1984). Sin abandonar la pintura, a mediados de la década de los ochenta, Lüpertz practica la escultura, traduciendo en bronce sus mismos presupuestos formales y expresivos.
En el último período, denominado en la exposición Corot-Poussin (1985-1990), Lüpertz reinterpreta la obra de estos dos maestros del pasado desde intereses pictóricos, rehaciendo sus temas y en los que manifiesta un especial interés en la factura barroca y en palabras del crítico de arte Robert Fleck “el dramatismo virulento en el sentido hímnico”. Además, de Nicolas Poussin retoma su voluntad de haber recuperado la identidad de la pintura clásica (renacentista) en el siglo XVII, tal y como él pretendía para el caso de la pintura moderna tras los dogmas de la modernidad.
Datos de la exposición
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