Al igual que en el resto de Europa, los inicios del videoarte en España vienen determinados por el acercamiento de los artistas plásticos a este nuevo medio. En él comenzaron a explorar la posibilidad para llevar a cabo innovaciones dentro de su investigación estética.
El vídeo surge a mediados de la década de los sesenta, cuando el sistema doméstico del video-tape-recording (grabación en vídeo) se lanza al mercado norteamericano. Durante los primeros años de existencia del vídeo fue la industria televisiva su gran impulsora. Fue, con los años, que el videoarte gana progresivamente un estatus cada vez más presente dentro del contexto de los nuevos medios artísticos. Su empleo se generaliza ya en la primera mitad de la década de los setenta hacia otros fines que se clasificaban por aquel entonces en tres apartados: el vídeo documental, el vídeo de experimentación electrónica y el vídeo conceptual, muy vinculado a la evolución del arte performativo.
En 1970 el Museo de Arte del Carnegie Institute de Pittsburg publica un listado con las presentaciones de los nuevos trabajos de un grupo de videoartistas, lo que contribuyó en gran medida a la institucionalización del género. Pero la ausencia de un corpus teórico que en estos primeros años delimite el videoarte como disciplina, produce que convivan diversos formatos no siempre cercanos a las artes plásticas. No obstante, la obra de pioneros como Nam June Paik o Wolf Wostell sirvió enormemente para la clarificación del videoarte como nuevo medio artístico.
La exposición organizada por el Centro de Arte Reina Sofía muestra la práctica del videoarte en España como nueva expresión artística -aunque plenamente aceptada- y lo hace a través de un recorrido breve pero digno de interés. En ella se refleja la evolución histórica de los usos creativos del soporte electromagnético en España desde su primera manifestación en el año 1970.
Comisariada por Manuel Palacio, la muestra reúne más de una treintena de trabajos con los que, además, se inicia la creación del fondo audiovisual en el Centro de Arte Reina Sofía. Artistas como Antoni Miralda, Alfonso Albacete, Juan Carlos Eguillor o el Hortelano participan en esta muestra compuesta fundamentalmente por obras de la década de los ochenta, exceptuando una obra de videoarte de Juan Navarro Baldeweg de 1975 y los trabajos pioneros en el medio de 1970 y 1971.
Primera muerte (1970), una cinta de veintiocho minutos realizada por Silvia Gubern, Jordi Gali, Ángel Jove y Antoni Llena; se expone como la primera obra de videoarte producida en España. Realizada con motivo de una conferencia en el Colegio de Arquitectos de Barcelona, en ella se muestra un día en la vida de sus autores al tiempo que se oye un texto de William Burroughs. La obra finaliza con la imagen de los propios asistentes a la conferencia unos minutos antes de entrar a la sala.
Siendo ya consciente de estar empleando la grabación en vídeo como medio artístico, Antoni Muntadas graba en 1971 Subsensorial Actions. Durante los doce minutos de duración se puede ver un registro de las acciones realizadas con una serie de elementos dispuestos para ser experimentados con los ojos tapados. El montaje y la planificación llevada a cabo en este trabajo revelan rasgos que permanecerán en el videoarte durante las décadas siguientes.
Tan solo un año más tarde, en 1972, la Documenta 5 y los Encuentros de Pamplona muestran las primeras manifestaciones que relacionan el vídeo con el arte y las tendencias conceptuales dominantes del momento. Estos primeros pasos son definitivos para la popularización del género a lo largo de la década de los ochenta, en la que numerosos artistas se muestran interesados en las potencialidades del medio, que provocan el surgimiento de subgéneros dentro del videoarte.
Datos de la exposición
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