
Los vídeos y películas de Francisco Ruiz de Infante (Vitoria, 1966) poseen títulos que anuncian las imágenes y preocupaciones que articulan el imaginario visual y conceptual de sus instalaciones y escenografías. Así, las obras presentes en esta exposición: Texturas (1985), Hacia el agua (1988), El juicio (1991), Las cosas simples (1992) y Los lobos (1995); tratan sobre el mar, la amenaza, el agua, la luz, los lugares comunes, los prejuicios, el viaje, el reformatorio, los paseos o la supervivencia.
El artista llama parcours (recorridos) a sus instalaciones, pues son obras que concibe para que el espectador las transite en un entorno en el que confluyen armoniosamente, la pintura, la práctica audiovisual y la música. Ruiz de Infante combina en sus parcours, imagen, sonido y texto -sin jerarquía establecida- para crear espacios de angustia en los que evidencia los miedos de la infancia, la educación, el aprendizaje de las normas sociales o la incomunicación en la sociedad actual. Por otro lado, su voluntad de aproximación, de establecer una relación de familiaridad y reconocimiento de los objetos por parte del espectador se manifiesta a través del empleo de materiales comunes, como madera, escayola o agua.
En (Bestiario nº 3) (1997) -uno de los dos proyectos que componen esta exposición- el artista despliega una inquietante y silenciosa área de trabajo que presagia la sala de reuniones que se despliega a continuación: Habitación de lenguajes (Bestiario nº 2). Se trata de una obra global sobre el exceso y la dificultad de comunicación en nuestros días, compuesta por un entramado de mesas y sillas, tres pantallas con sus respectivos proyectores de vídeo y una serie de auriculares que cuelgan del techo que ofrecen una pretendida traducción simultánea en distintos idiomas del lenguaje de los animales proyectados en las pantallas. La mezcla de sonido, imagen y lenguaje dan lugar a una gran cacofonía, cuyo efecto se potencia por el aparente desorden en el que se encuentra el mobiliario. El conjunto se presenta así como un caos orgánico y una metáfora de la comunicación como código sin reglas precisas.
La distorsión y el solapamiento de imágenes y sonidos convierten la instalación de Ruiz de Infante en un ambiente cargado de frases sin sentido que paradójicamente crean un sentido a partir de la cadena de imágenes y conceptos, repitiendo el esquema de la banda sonora con la que se inicia la obra: “Si te lavas los dientes, limpias los dientes y ensucias el espejo. Si ensucias el espejo, no ves los frascos, no ves las paredes y no te ves tú”.
Datos de la exposición
Kunst-und-Ausstellungshalle der Bundesrepublik Deutschland de Bonn
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