El proyecto de universalismo constructivo, fundamento de la producción plástica y teórica de Joaquín Torres-García (Montevideo, 1874-1949) alcanza su cota máxima cuando el artista regresa procedente de París a su ciudad natal en 1934 y organiza, un año después, la Asociación de Arte Constructivo (1935-1939), precedente del Taller Torres-García (1943-1962). El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía hace coincidir a través de dos extensas exposiciones ambos argumentos: la carrera de Torres-García y su herencia artística, presentada esta última bajo el título La Escuela del Sur. El taller de Torres-García y su legado. Instalado en Montevideo, Torres-García lleva a cabo la idea de organizar un taller en cuyas enseñanzas hace converger, evidenciando su igualdad plástica, estética y teórica, los principios del arte precolombino con los del arte abstracto de vanguardia, en cuyo desarrollo él había participado como miembro del grupo Cercle et Carré.
La exposición se organiza en tres partes: la primera se dedica a la Asociación de Arte Constructivo, primer paso hacia el proyecto de arte abstracto latinoamericano y momento en el que lanza su definición del “realismo absoluto”, concepto referido a aquellas pinturas cuyos componentes han sido reducidos a sus elementos básicos de plano de color y línea.
La segunda parte la ocupa el Taller de Torres-García, el cual se crea en 1943 sobre un doble modelo: los gremios artesanales medievales y las escuelas de arte modernas como De Stijl, Bauhaus y Black Mountain Collage, aunque rechaza la incorporación de la tecnología y los fines industriales defendidos por estas últimas. Su taller nace con una vocación interdisciplinar, pues pretendía la ruptura de jerarquías entre diseño, artesanía y arte. Desde el taller, trabajando desde la experimentación y llevado por su lema: “el arte debe ser el producto de un período y de una geografía particular”, Torres-García pretende fundar un lenguaje plástico unificador para el continente, pues considera que ha acabado el período colonial del arte latinoamericano y debe iniciarse una nueva era artística. Al mismo tiempo elabora sus teorías sobre la función social y el papel del arte moderno en el continente y desarrolla sus ideas sobre la abstracción. Sostiene que la meta del artista es crear en su obra un “valor plástico absoluto”, esto es: una obra de arte viva, que existe por sí misma independiente del modelo.
La tercera parte de la exposición se dedica al legado del pintor uruguayo en el arte latinoamericano. El éxito de la recepción de su filosofía artística se debe a la labor de difusión que lleva a cabo a través de sus programas de radio, las exposiciones del taller por diferentes países y la publicación en 1944de su libro Universalismo constructivo. Pero también, en palabras de Mª Carmen Ramírez, porque “Torres García ofrecía a sus alumnos una alternativa al realismo social nacionalista de movimientos como el muralismo mexicano, por medio de un lenguaje abstracto que tiene sus raíces en la experiencia y la tradición latinoamericanas”.
Datos de la exposición
Archer M. Huntington Art Gallery, Austin, Texas (septiembre -diciembre, 1991); Museo de Monterrey, México (enero - marzo, 1992); Art Museum of the Americas, OAS, Washington, DC (junio -agosto, 1992); The Bronx Museum of the Arts, New York (septiembre - enero, 1992-93); Museo Rufino Tamayo, México (febrero - mayo, 1993)
Publicaciones del Museo Reina Sofía