Esta exposición narra el desvío impredecible de los numerosos modelos arquitectónicos alternativos en
Diversos proyectos arquitectónicos, pensados para núcleos urbanos chilenos y brasileños, se ofrecen como pensamiento común a numerosos artistas de varios países sudamericanos: al asumir que la vanguardia artística no puede heredarse, optan por revolucionar el panorama artístico con objetivos sociales que trasciendan las esferas del arte y del pensamiento. Así, los proyectos de estos creadores poseen una carga humanista y visionaria en la forma de pensar la relación entre espacio público y vida colectiva, topografía y urbanismo.
En la Escuela de Valparaíso (Chile), en los años cincuenta existe una visión del mundo como un continuo de aprendizaje arquitectónico y de la arquitectura como un acto poético, en el sentido estricto de "poiesis", desarrollo de un proyecto de investigación para la creación de una forma. Este pensamiento queda reflejado en los dibujos, textos y maquetas de Flavio de Carvalho (1899-1973), Juan Borchers (1910-1975), Lina Bo Bardi (1914-1992), Roberto Matta (1911-2002) y Sergio Bernardes (1919-2002), poetas-arquitectos que plantean dotar a los ciudadanos de amplios espacios lúdicos donde desarrollar formas de vida en comunidad.
La presencia de Le Corbusier en el continente demuestra que las ideas trasatlánticas de vanguardia no pueden traspasarse automáticamente a un territorio. En torno a su figura se articula una admiración común, pero también conflictos puntuales, que tienen como consecuencia desvíos de ruta. Es lo que sucede con el joven Matta, que deja Chile para trabajar con Le Corbusier en 1934 y acabará renegando de él para abrazar el Surrealismo. Para Matta, la humanización de la arquitectura implica una visión sensual del espacio, que se vuelve blando para amoldarse a los cuerpos y deseos sensoriales de sus habitantes. El encuentro de Carvalho con Le Corbusier en 1929 tampoco resulta muy fructífero. Los esfuerzos del brasileño por introducir la sintaxis de la arquitectura moderna en São Paulo no llegarán a concretarse. Sus proyectos no construidos refuerzan el estigma de “revolucionario romántico” que Le Corbusier le atribuyó. La visionaria arquitectura de