Christian Boltanski (París, 1944) se define a sí mismo como pintor, aunque desde 1967 abandona la actividad puramente pictórica para dedicarse a la ejecución de obras con técnicas variadas, en las que el contenido juega un papel esencial. En cierto modo, plantea una estrategia pictórica mediante otros medios, pero retiene la intención ficcional y figurativa.
En 1958 comienza su carrera artística con numerosos cuadros de gran tamaño sobre el tema Pinturas de historia y de acontecimientos dramáticos. A ellos les sigue una serie de vídeos de corta duración grabados durante 1968 y 1969 como La imposible vida de Christian Boltanski, El hombre que tose, El hombre que chupa o Todo lo que recuerdo. A partir de 1970 sus obras se diversifican con la fabricación de tres mil bolas de tierra, la confección de novecientos cuchillos pequeños o trampas, la utilización de cajas de galletas para conservar momentos de su existencia, o diversos envíos, como en las obras La carta pidiendo ayuda y Christian Boltanski a cinco años y tres meses de distancia (1979).
El itinerario artístico de Boltanski se caracteriza por la actividad de “contar historias”, en las que introduce diversos elementos extraídos de recuerdos, pesadillas infantiles y liturgias religiosas. El artista está íntimamente ligado al desarrollo de las formas de su época y a los principales movimientos de vanguardia de los años setenta y ochenta: Pop Art, Nuevo Realismo, Arte Minimal, Arte Conceptual, Art Brut, Arte Povera, etc. Sin embargo, no se puede clasificar a Boltanski dentro de ninguno de ellos, se trata de una trayectoria en solitario que combina una poética rigurosamente personal con ciertas reflexiones sobre el mundo del arte y los comportamientos contemporáneos.
Esta exposición supone la primera presentación de Boltanski en España. Tras participar en la Documenta VIII de Kassel y con una muestra retrospectiva de su obra en itinerancia por los Estados Unidos, el artista francés presenta su trabajo con una exposición específicamente concebida para el Centro de Arte Reina Sofía.
El artista parte de una selección de rostros tomados de los archivos de la revista española de sucesos “El Caso”. Boltanski crea con ellos un monumento en referencia al pasado del edificio del Centro de Arte como Hospital Provincial de Madrid, como ya realiza Antoni Muntadas en su exposición Híbridos a comienzos de 1988.
De la misma manera que en 1972 crea Detective, mediante imágenes de la revista francesa de sucesos, Boltanski establece la confusión a través de su instalación El Caso, ya que no es evidente si los retratos mostrados corresponden a las víctimas o a los asesinos. La presencia en la sala de tres grandes estanterías repletas de sábanas apiladas, dobladas y arrugadas, remite a la idea de hospital, pero también de campo de concentración. Este recurso es utilizado reiteradamente por el artista como metáfora para expresar la idea de algo anónimo e inclasificable y como símbolo paradigmático de la muerte en la sociedad contemporánea.
En las salas contiguas se presenta una versión de Bougies (velas), que el artista presenta por primera vez en la iglesia parisina de La Salpetrière en 1986. En la liturgia católica la llama simboliza lo divino, sostenida por la cera que representa la carne. En los oficios nocturnos de la Semana Santa la extinción de las velas hace alusión a la desaparición progresiva de la vida.
En la tercera sala se encuentra instalada una nueva versión de Ombres (sombras), cuya primera realización data de 1984. Boltanski plantea el contrapunto irónico a la solemnidad y dramatismo de las salas, como en una pesadilla infantil, las pantomimas se revuelven y expanden como monigotes de manera irrisoria.
El artista propone un ejercicio liberador con esta estrategia de contradicciones: extraer el humor y la ironía de las imágenes con alto contenido dramático y emocional.