Alejandro Corujeira. La tarea del paisaje

15 enero - 24 febrero, 2002 /
Edificio Sabatini, Espacio Uno
Vista de sala de la exposición. Alejandro Corujeira. La tarea del paisaje, 2002
Vista de sala de la exposición. Alejandro Corujeira. La tarea del paisaje, 2002

La obra de Alejandro Corujeira (Buenos Aires, 1961) se expone desde 1992 de manera constante en diferentes salas y galerías españolas. En esta ocasión es el Espacio Uno del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía el que acoge la exposición titulada La tarea del paisaje, una reflexión sobre la construcción y composición pictórica de los elementos naturales en clave abstracta.

Corujeira realiza sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de Buenos Aires y se traslada a España en 1991, país donde fija su residencia. Su formación parte de la tradición constructivista europea del periodo de entreguerras. El uruguayo Joaquín Torres García es una de las influencias palpables en sus primeros trabajos, donde la geometría juega un papel predominante. No obstante, este influjo llega a Corujeira más directamente a través de su compatriota Alfredo Hlito, miembro cofundador de la Asociación Arte Concreto Invención y firmante en 1946 del Manifiesto Invencionista. Con el tiempo, la trayectoria de Corujeira evoluciona y da un paso más allá de la geometría. El artista practica una inmersión en una poética orgánica, donde las formas no se desarrollan en cuanto a parámetros descifrables sino que evolucionan envueltas en lo enigmático.

Esta exposición en Espacio Uno se compone por doce pinturas de gran formato, realizadas con acrílico. Las formas sinuosas y el amplio cromatismo con cierto matiz apagado, caracterizan la obra del pintor argentino. El estilo se materializa en obras cuyos títulos son sintomáticos de la temática: Soplo, Alba, Continente, Niebla púrpura y Vegetal celeste, remiten a su consideración de la naturaleza fenoménica, que encuentra en la pintura una vía de expresión. Existe en todas ellas una cristalización de lo mutable, el deseo de fijar el acontecimiento natural, y al tiempo de descifrarlo, como si se tratara de una partitura. Las líneas serpenteantes que traza Corujeira se pueden interpretar en alusión a la caligrafía. No obstante, la legibilidad de los trazos no alude más que a lo azaroso, a desenvolverse pleno de libertad. A las obras ya mencionadas se unen: Canción de la sangre y el cerezo, La tarea de la rama, Animal, Ceniza plata, La ruta del jardín celeste, Del cuaderno de las aguas y Gran boca.

La tarea del paisaje, obra que da nombre a la exposición, acompaña a estas doce pinturas expuestas. La pieza está pintada sobre el muro y ocupa un espacio de casi treinta metros cuadrados de la sala. El diálogo con el resto de las obras es directo y revelador. El lenguaje pictórico patente en los acrílicos se traslada a las paredes, y logra aprehender el espacio expositivo como pintura y arquitectura al tiempo.

Corujeira triunfa en el empeño de que la mirada no se detenga ni un momento al contemplar sus obras, que contienen las arterias por las que fluye su pintura.

Datos de la exposición

Organización: 
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Comisariado: 
Enrique Andrés Ruiz
Artistas:
Alejandro Corujeira