AD03159

Técnica
Ensamblaje y laca
Dimensiones
80 x 25 x 25 cm
Año de ingreso
2002
Número de registro
AD03159
Fecha

1977

Materia

Pintura acrílica, caña de carrizo e hilo de poliéster

Crédito

Donación de Magda Bolumar y Nahum Villèlia, 2002

Mediada la década de los cincuenta, el escultor Moisés Villelia abandonó la figuración para realizar una serie de obras en madera tallada, vinculadas formalmente a la escultura de Henry Moore. Poco tiempo después comenzó a trabajar una escultura novedosa y experimental que tiene como base los materiales de procedencia vegetal. Su obra obtuvo reconocimiento a partir de la exposición en el Club 49 de Barcelona en 1958, acaparando la atención de críticos como Alexandre Cirici y de artistas como Ángel Ferrant, que en 1960 escribieron sobre esta, valorando la ausencia de énfasis y su dimensión humana. Villelia trabajó esculturas livianas y móviles, pero también series reticulares y organicistas, como las de las Telas de araña. A partir de 1969, durante el período en el que residió en Argentina y Ecuador, el artista entró en contacto con el arte precolombino y con nuevos materiales que enriquecieron una obra original, móvil y frágil, siempre dentro de los lenguajes de la abstracción. En este sentido, el artista declaró: «Yo, cuando incorporo una forma, ya tengo la convicción de su existencia porque la he visto; la fantasía procuro que no actúe en mí, solo me planteo la reducción o prolongación de un organismo que del estado natural pasa a ser existente. Para tal sentido, me valgo de los materiales más humildes».

Carmen Fernández Aparicio

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