Antro de fósiles

La obra temprana de Maruja Mallo fue objeto de un artículo en el número 17 de Gaceta de Arte (1933), ilustrado con dos obras, una de las cuales, Antro de fósiles, forma parte de Cloacas y campanarios, la segunda serie que afronta Maruja Mallo, después de trabajar en sus Verbenas. Aquí, Mallo renuncia a los colores vívidos, a la temática costumbrista y a las figuras humanas que caracterizaron su primera etapa artística, para dedicarse a explorar tonalidades más sobrias y temas más lúgubres, como la destrucción, la muerte y la ausencia. Algunos estudiosos han llegado a señalar que este cambio de interés tan drástico se vio influenciado tanto por los sucesos del mundo real (el nazismo iba en ascenso) como por su estado de ánimo personal. También se suele destacar la relación que mantuvo la artista con la Escuela de Vallecas, interesada en una visión telúrica, aparentemente sombría y catártica de la naturaleza. Sobre esta serie la artista comentaría en 1992: «En aquellos momentos me impresionaba la naturaleza eliminando los despojos del pasado, la tierra incendiada y encharcada. Las cloacas empujadas por los vientos, los campanarios atropellados por los temporales; el mundo de las cosas que transitan y que con frecuencia tropezaban por las estaciones de circulación…».

Raúl Martínez Arranz