
Eugènia Balcells
Boy Meets Girl (Chico conoce a chica)

La presencia del feminismo ya en la base de este nuevo discurso se ha intensificado en la Colección a través de la incorporación de manifestaciones artísticas de todo tipo: obras plásticas, revistas, fotografías, performances, vídeos, etc. Esto ha hecho posible el enriquecimiento de las lecturas que desde lo artístico se entrecruzan con los temas de carácter sociocultural.
De manera rotativa y en diferentes contextos, se han mostrado obras, adquiridas por el Museo entre 2008 y 2013, de artistas como por ejemplo Eugènia Balcells, Esther Ferrer, Eulalia Grau, Concha Jerez, Eva Lootz, Fina Miralles, Paz Muro o Àngels Ribé, vinculadas a las reivindicaciones feministas e interesadas por las primeras experiencias del arte performativo y experimental en España.
La investigación sobre la fotografía humanista y el grupo Afal, también ha sido el detonante de una importante adquisición de obras de autoras que trabajan la fotografía documental como Colita, presente en el museo desde 2011, o Pilar Aymerich y Ana Turbau, cuyas obras se han incorporado en 2018 en el contexto de la muestra Poéticas de la democracia. Las tres fotógrafas se han convertido en exponentes de la relevancia de las mujeres como testigos y al mismo tiempo impulsoras del cambio.
En 2010 se incorpora un significativo conjunto de obras del grupo Estampa Popular, fruto de adquisiciones y donaciones, en el que están representadas artistas con una intencionalidad crítica que denostaba las bondades del régimen franquista, entre otras, Esther Boix y Ana Peters, esta última vinculada al grupo Estampa Popular de Valencia, origen de los grupos enclavados históricamente en el arte pop.
Precisamente, la órbita del pop y sus representantes femeninas en la Colección contaba únicamente con las obras procedentes del MEAC, como el caso de Isabel Villar, por lo que ha sido una de las líneas recientes de investigación para la incorporación de fondos, que se ha materializado en un importante conjunto de obras y su puesta en escena en dos salas de la Colección. Obras de Mari Chordà, Ángela García Codoñer o Isabel Oliver, se han sumado entre 2017 y 2019 a las de artistas cuya práctica se articula entre la cultura de los medios de masas y el arte conceptual como Eugènia Balcells o Eulàlia Grau. También, como parte de este discurso, se exhibe en las salas de la Colección la película de Cecilia Bartolomé Margarita y el lobo (1969), préstamo de la Filmoteca Española. Todas ellas comparten el interés de esa generación por el arte como vehículo de visibilización de las reivindicaciones de carácter feminista que van a marcar estas dos décadas.
Eugènia Balcells hacía un uso irónico de las imágenes de hombres y mujeres en los medios de masas en Boy Meets Girl y Fin, ambas de 1978. La elección de trabajar con medios reproductibles, menos perdurables y leves respecto a los tradicionales, como la serigrafía o el vídeo, en ocasiones coincidía con su presentación en entornos no artísticos.
Mari Chordà llevó a cabo entre 1966 y 1967 la serie de piezas Vaginals, que proponen una representación del cuerpo y la sexualidad femeninos ajena al voyeurismo. Confrontado el imaginario fortalecido por los medios de comunicación, las artistas proponían nuevas iconografías del cuerpo femenino en las que se subrayaba la tactilidad y el lugar de la enunciación.
Ángela García Codoñer traduce el placer y disfrute ante el descubrimiento del propio cuerpo en Divertimento (1973) o Teta Pop (1973). La artista rompía con los estereotipos de mujeres como seres bellos, sumisos, ingrávidos o inferiores, rechazando las fantasías proyectadas por el patriarcado. Estos cortes y descoyuntes de las figuras estaban marcados por la rabia, por el trauma, y por una actitud de autodefensa tanto respecto a la escena profesional y artística en la que intentaba sobrevivir, como a su entorno familiar inmediato.
Eulàlia Grau, examinaba en Temps de Lleure. Etnografia (enlace a PDF) (1974) los roles de mujeres y hombres a partir de la imaginería mass media y los contraponía evidenciando, además de los estereotipos restrictivos para ambos sexos, el hecho de que estos cuerpos, modelados a partir de cánones estrictos, se presentaban para ser consumidos. Denunciaba la discriminación de las mujeres sirviéndose de un imaginario de belleza y docilidad presente en las revistas y en la publicidad de las que se apropiaba a partir de fórmulas ligadas al fotomontaje para recontextualizarlo en escenarios relativos a la vida cotidiana de la mayoría de las españolas, como en Discriminació de la dona (1977).
Frente a los discursos de la rama femenina de Falange, Isabel Oliver lleva a cabo a principio de la década de los setenta una serie de pinturas feministas, La mujer (1970-1971). Quizá la más cercana estilísticamente al pop valenciano de Equipo Crónica; en ella criticaba con ironía la carencia de conciencia feminista de la mayoría de españolas, de la cual es un ejemplo Feliz reunión (1971), así como la alienación sufrida al intentar alcanzar la imagen sublimada que se propagaba desde los medios de comunicación de masas.
En 1966 se celebró en la galería Edurne de Madrid la exposición de Ana Peters titulada La imagen de la mujer en la sociedad de consumo (enlace a PDF). Con un lenguaje pop inspirado en las obras de Lichtenstein, Warhol y Rauschenberg, cuestionaba los estereotipos de la representación femenina en el contexto de la sociedad de la época, marcada por el consumismo y los mass media. Con ese lenguaje pop participará en diversos proyectos colectivos dentro de grupo Estampa Popular de Valencia.
En el trabajo de Pilar Aymerich destacan sus fotografías documentales y su colaboración con medios comprometidos política y socialmente, que contribuyeron de forma significativa a la resistencia cultural y las reivindicaciones durante el tardofranquismo. Sus fotografías de las movilizaciones feministas, de las Jornades Catalanes de la Dona (1976) y de la vida de las presas son testimonio de su papel en el movimiento feminista de la década de 1970.
El fotolibro Antifémina (enlace al PDF) (1977) fue producto del trabajo conjunto de la fotógrafa Colita y la escritora Maria Aurèlia Capmany. Las autoras se propusieron hacer un repaso crítico de las situaciones en que se encontraba la mujer española y que llamaban a la vindicación: vejez, matrimonio, trabajo, religión, prostitución, marginación, sexualidad, publicidad. Querían hacer lo posible para darles derechos a las mujeres de toda condición y estrato social, mostrando su disconformidad ante las costumbres normalizadas y visibilizando a las mujeres que no encajaban en el estereotipo femenino creado desde el machismo.