Néstor Sanmiguel Diest. La peripecia del autómata

3 junio – 19 septiembre, 2022 / Parque del Retiro, Palacio de Velázquez

Vista de la exposición Néstor Sanmiguel Diest. La peripecia del autómata, 2022
Vista de la exposición Néstor Sanmiguel Diest. La peripecia del autómata, 2022

La concepción mecánica del mundo, ¿proyectó en la conciencia humana una imagen o figuración automática de sí misma? El universo, mecanizado maravillosamente por el pensamiento del hombre, ¿vuelve contra él su automático testimonio? ¿El hombre queda preso dentro de esa prodigiosa máquina que al absorberle por entero le verifica mecánicamente?
José Bergamín, El pensamiento perdido, 1976

Esta exposición dedicada a la obra de Néstor Sanmiguel Diest (Zaragoza, 1949) aborda su producción desde finales de la década de 1980 hasta el presente. Lejos de articularse como una muestra retrospectiva al uso, despliega series de trabajos ejecutadas en distintos momentos de su trayectoria, y dibuja un recorrido que permite adentrarse en la práctica de este autor que se define a sí mismo como un «artista de taller».

Desde los primeros años de su actividad, vinculado a la fundación de colectivos artísticos como A Ua Crag (1985-1996) y el Segundo partido de la montaña (1987- 1988), Sanmiguel Diest se presenta como un productor metódico y prolífico que idea de modo ininterrumpido sistemas, reglas y protocolos, que aplica en la construcción de sus piezas. Su obra ingente, principalmente dibujos y pinturas, conforma un catálogo singular en el que se confunden los límites entre imagen y texto, como en un palimpsesto que desvela y oculta al mismo tiempo una sucesión de relatos que interpelan al espectador.

En distintas ocasiones, Sanmiguel Diest se ha referido a su práctica como el «oficio de esquivar», una premisa que se materializa en su forma de situarse en la periferia, no solo geográfica, sino también discursiva y material. Este rehuir o alejarse de las narrativas y los debates más extendidos ha funcionado como táctica y método, generando un pensamiento y un corpus de trabajo que cuestiona y desafía los modos de producción contemporáneos y su organización del tiempo.

Alejado de cualquier convención, en su trabajo son frecuentes las referencias a los ámbitos de la historia del arte, la literatura y la música, pero también a lo más cotidiano y ordinario, al incorporar en sus piezas documentos, facturas, fragmentos de textos, notas o páginas de prensa. Se trata de una invitación a pasear por una selva de símbolos, un lugar plagado de silencios expresivos, en una negociación constante con aquello que se agolpa en los márgenes y que, con frecuencia, pasa desapercibido.

Una producción que no participa de una interpretación literal del mundo, y que se asienta en una simultaneidad de apropiaciones y citas, como un mecanismo potencialmente infinito y circular que asombra por su densidad.

La peripecia del autómata se inicia con pinturas de gran formato realizadas a finales de los años ochenta, momento en el que el artista mantiene una doble ocupación, en su taller y empleado como patronista en una factoría textil, un lugar que no abandona plenamente hasta el año 2000. Del ejercicio de esta profesión derivan la aplicación de una lógica meticulosa y precisa en sus procesos de trabajo y los guiños y referencias persistentes al espacio de la fábrica y a una iconografía militante —que no documental— que interpela desde el humor a esa doble ocupación. Del mismo modo que en la industria, Sanmiguel Diest traslada la jornada laboral, de (al menos) ocho horas al día, a la ejecución de una producción sistematizada en su estudio. Una cadena de montaje transferida al taller del artista en la que es habitual el empleo de troqueles, patrones y matrices en el interior de sus piezas a modo de collages, mediante el frottage y la copia.

Al igual que si se tratase de un diario extendido en el tiempo, en sus páginas encontramos protagonistas recurrentes como las denominadas «formas madre» —figuras que crecen y decrecen del mismo modo que sucede en la fabricación de un tallaje—, pero también engranajes, mecanismos y plantillas que conviven con emblemas, acrónimos y textos —manuscritos o impresos—, una forma de proceder que se pone de manifiesto de manera más directa en series de obras que abarcan varios años de ejecución, como son Las emociones barrocas (1997- 2005) y Libro para Manuel (El segundo nombre de las cosas) (2009-2010). Desvelar las estrategias constructivas del artista requiere siempre el ejercicio de una atención extraordinaria. Decodificar la suma de referentes que se sedimentan en las superficies de sus lienzos exige un tiempo y una curiosidad proporcional a los invertidos en la construcción de este catálogo de formas que aparece con asiduidad en sus piezas.

Como ya lo hicieron otros, Sanmiguel Diest opera como un ladrón de citas que reproduce mecánicamente lo que está escrito y lo opone a la disciplina de la historia. Se revela como ese «buscador de perlas» que da título a uno de sus trabajos, y que es una apropiación errónea del nombre «el pescador de perlas» que Hannah Arendt otorga a otro coleccionista apasionado del siglo pasado, Walter Benjamin. Consciente de la máxima de que al separar cualquier objeto de su contexto este se preserva y se destruye en un solo movimiento, Sanmiguel Diest también se sumerge en las profundidades del pasado para recuperar —siguiendo a Arendt— esos «fragmentos de pensamiento» cristalizados. Evocadas, fraccionadas o replicadas con exactitud, entre las fuentes señaladas por el artista se incluyen los nombres de Joan Miró, Francis Picabia, Ellsworth Kelly, Rosemarie Trockel, Jackson Pollock, Tim Rollins & K.O.S. (Kids of Survival), Bridget Riley, junto a los de Joy Division, Sonic Youth, Nurse with Wound e Isidore Ducasse, William Burroughs, Virginia Woolf, André Malraux, Ursula K. Le Guin, o Julio Cortázar, de quien llega a transcribir libros enteros en sus lienzos (Rayuela y Libro para Manuel). Tan solo la punta de un iceberg bajo la que se oculta una producción basada en la negociación constante entre esas voces autorizadas y aquellas que, en apariencia, nos remiten a lo anecdótico y ordinario.

Un sistema de trabajo que funciona por acumulación, y que se extiende más allá de los límites de la obra en forma de juegos de palabras y cadenas de aforismos que dan títulos a las obras. Escritos que construyen relatos paralelos y continúan los textos contenidos en los lienzos: El poder del mago comunista (1988); Sol del mediodía. La revolución (1988); Las olas (1991); Una buena máquina para la guerra de guerrillas (1993); Nuestra madriguera secreta (1993); La máquina soltera (1996); Ningún sitio invulnerable (1997); 20.01.97 (1997); En un bosque cercano a Ekaterinburgo (1999); El Gobierno retira su proyecto (1999); Historias secretas (1999); Triángulo de amor bizarro (1999); El descenso del buscador de perlas (1999); El suicidio de Lucrecia (2000); El canal del molino (2003); La calle del desconcierto (2003); Jardín Barroco (2004); Las ciudades secretas. Reconocimiento del discurso (2005); Belleville y el melodrama del hallazgo y las verduras (2007); Franz en América o el desaparecido (2008); Rayuela (2008); Paisaje con tres túneles (2011-2012); Las bodas químicas (2014); Dada en Marte (2015); El diario de Edith (2017); Aviuela se preparó para volar (2019)…

Con la colaboración de: Comunidad de Madrid