Ben Shahn. De la no conformidad

4 octubre, 2023 - 26 febrero, 2024 / Edificio Sabatini, Planta 1

Ben Shahn, <em>Carnival</em> [Parque de atracciones], 1946. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid © Estate of Ben Shahn / VEGAP, Madrid, 2023
Ben Shahn, Carnival [Parque de atracciones], 1946. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid © Estate of Ben Shahn / VEGAP, Madrid, 2023

De la no conformidad se adentra en la poliédrica obra de Ben Shahn (Kaunas, 1898 - Nueva York, 1969), una figura fundamental del realismo social norteamericano. Este emigrante judío de clase trabajadora procedente de la Europa del Este se convirtió en uno de los artistas más destacados, prolíficos y progresistas de Estados Unidos entre las décadas de 1930 y 1960. Su obra aborda algunos momentos decisivos de la historia del siglo XX, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo, desde la época del New Deal a la Guerra de Vietnam. La exposición, primera retrospectiva del artista en España, pone de relieve la vigencia de Shahn y analiza su compromiso con la justicia social desde la óptica actual de la diversidad y la igualdad.

Shahn fue capaz de llegar a todo tipo de público a través de una gran variedad de medios: pintura, mural, obra gráfica, dibujo y fotografía, sin olvidar el diseño comercial y editorial. La exposición nos muestra la estética del realismo social de Shahn; la complejidad, que no siempre se ha sabido apreciar, de sus modernas estrategias conceptuales y fotográficas; y la reapropiación creativa de motivos visuales. También da cuenta de la respuesta de Shahn ante el auge del expresionismo abstracto y el arte no objetivo en Estados Unidos después de la guerra y ante el clima represivo de los primeros años de la Guerra Fría, la época del macartismo. Con el tiempo, el artista fue evolucionando y se alejó del planteamiento documental para refugiarse en un vocabulario más poético, lírico y elegiaco basado en la alegoría, el simbolismo y el mito —secular y religioso— en busca de una expresión universal.

Pero Shahn nunca renunció del todo a la representación figurativa ni al contenido social, y criticó con vehemencia los nuevos movimientos artísticos «rompedores» del expresionismo abstracto, el arte pop, los happenings y el minimalismo, pues consideraba que se desentendían de la «perspectiva humana». Ferviente defensor del credo de la «no conformidad», estaba convencido de que la condición indispensable para provocar cambios artísticos e históricos importantes era revelarse contra la tradición, el orden establecido e incluso las modas pasajeras. En la escena artística de la posguerra estadounidense, mucho más plural de lo que a menudo se cuenta, Shahn fue siempre una figura relevante y popular que triunfó sin renunciar a sus ideas.

De la no conformidad, una presentación temática en diversos medios contextualizada con documentación de archivo, se abre con la producción de Shahn como artista y activista politizado en los oscuros días de la Gran Depresión. Defensor de los desposeídos, promovió los derechos de los trabajadores y los inmigrantes, y denunció los abusos de los poderosos y los privilegiados. En busca de historias de lucha y de casos de injusticia, retrató las causes célèbres de su época, entre otras la persecución de los inmigrantes italianos Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, el desempleo generalizado provocado por la crisis económica y el ascenso del fascismo en Europa. Utilizó su arte como un arma en la lucha de clases y, después de unirse a los liberales en las coaliciones del Frente Popular, como un vehículo para combatir el fascismo en el extranjero y denunciarlo incluso dentro de las fronteras de su propio país.

En otras secciones de la exposición se muestran las obras que realizó Shahn para el gobierno de Franklin Delano Roosevelt en los tiempos del New Deal. La aportación del artista fue decisiva para la creación del hoy legendario archivo fotográfico de la Resettlement Administration-Farm Security Administration, que documentó las devastadoras consecuencias de la crisis agraria y del Dust Bowl (las fuertes tormentas de polvo provocadas por la sequía en la década de 1930) con una perspectiva humanista que aún hoy es objeto de debate entre los estudiosos.

Los murales públicos de Shahn, que expresan una imagen integradora de Estados Unidos y evitan la visión idealizada de los trabajadores y los mensajes patrióticos explícitos, se cuentan entre los más difíciles de interpretar de la época. Aunque Shahn era consciente de las limitaciones de los proyectos artísticos federales, su compromiso con esta iniciativa era total, y las fotografías que realizó para el gobierno le servirían de fuente de inspiración para gran parte de su arte, sobre todo en las décadas de 1930 y 1940.

En las salas dedicadas a la Segunda Guerra Mundial y a la posguerra podemos encontrar los carteles antinazis que Shahn creó para la Office of War Information. En estas obras Shahn se centraba en las víctimas, no en los agresores, e insertaba textos dentro de otros textos para ofrecer un metacomentario sobre la naturaleza de la propaganda. Sus amargas pinturas bélicas hablan de los estragos de la guerra y las atrocidades humanas, pero también de renovación y regeneración. Durante y después de la guerra, Shahn defendió ardientemente la causa obrera, un aspecto de su obra representado por los fascinantes carteles que realizó para el Congress of Industrial Organizations-Political Action Committee, obras de temática muy variada, desde las imágenes que reflejaban la ilusión por una fuerza de trabajo interracial hasta las que mostraban el enfrentamiento entre los sindicatos y las grandes empresas a finales de la década de 1940.

Las obras de la Guerra Fría expresan su respuesta ante la cruzada anticomunista en Estados Unidos, la época de las listas negras de liberales y progresistas, así como su postura ante la era atómica. En Second Allegory [Segunda alegoría, 1953] aparece un individuo bajo la amenaza de un gigantesco dedo acusador y de los peligros de las fuerzas atómicas. La conmovedora serie de pinturas del Lucky Dragon [Dragón afortunado] nos previene contra los mismos peligros nucleares que nos siguen preocupando en la actualidad. En estas obras de carácter simbólico, Shahn empezó a experimentar cada vez más con la abstracción, creando superficies con múltiples colores y estratos superpuestos. En esta época también escribió sus artículos más críticos contra la amenaza del macartismo para la democracia liberal, y otros textos en los que reivindicaba con vehemencia la no conformidad y la libertad individual tanto en el arte como en la política.

La sección dedicada al movimiento por los derechos civiles se asienta sobre la imagen del icono de la resistencia no violenta, el Dr. Martin Luther King, Jr., y las de otros activistas de los derechos civiles menos conocidos asesinados por miembros del Ku Klux Klan. Shahn retrató a King pronunciando un discurso ardiente y apasionado, lo que nos recuerda lo radicales que eran en su época sus reivindicaciones de igualdad. Al igual que King y que las figuras del Black Power que pronto le eclipsarían, Shahn tenía una visión global de la justicia racial, y pensaba que formaba parte de un movimiento de descolonización más general. Por eso también se muestran aquí sus retratos de Mahatma Gandhi, el líder de la desobediencia civil en la India, y las ilustraciones que realizó para algunos programas de televisión de la CBS sobre la resistencia al colonialismo británico y europeo de varias naciones africanas.

Las últimas secciones de la muestra abordan la espiritualidad y la identidad, y revelan el reencuentro de Shahn con la historia bíblica y los textos hebreos que había estudiado tan a fondo en su infancia. Con imaginativas y líricas combinaciones de textos e imágenes, se acercó a la figura de Job, que había cuestionado la voluntad de Dios y tratado de resolver los misterios del universo. Obras como Identity [Identidad, 1968] son un buen ejemplo de esta última etapa de Shahn: los brazos alzados y las manos entrelazadas simbolizan al mismo tiempo la inspiración espiritual y la protesta terrenal contra la Guerra de Vietnam, que en esa época se encontraba en su momento álgido. La exposición se cierra con un apunte filosófico, Flowering Brushes [Pinceles en flor, 1968], una reflexión sobre el papel del artista en la sociedad. La imagen de este «artista» introspectivo expresa la paradoja definitiva del no conformista que debe vivir en sociedad y al mismo tiempo alejarse de ella para poder comunicar alguna idea valiosa acerca la condición humana