Joan Miró (Barcelona, 1893 - Palma de Mallorca, 1983), uno de los artistas fundamentales para la historia del arte español en el siglo XX, está representado con más de cuatrocientas obras en las Colecciones del Estado Español. Gracias a la promulgación de la Ley del Patrimonio Histórico Español en 1985, el Estado pudo incorporar un buen número de obras del artista catalán en sus colecciones, ausente de ellas hasta esa fecha. Además de las obras donadas por la viuda del artista, Doña Pilar Juncosa, por el propio Joan Miró o por sus herederos; el Estado ha incorporado el resto de las obras que atesora en sus colecciones por medio de: la adquisición directa, como pago en concepto de los derechos de sucesión o en concepto del Impuesto General sobre la Renta de las Personas Físicas. A ello se suman las donaciones de Margerite y Aimé Maeght y de la galería Maeght de Barcelona. En total: cuarenta pinturas, diecisiete dibujos, cuarenta y tres esculturas, más de trescientos grabados y dieciocho libros de artista.
Esta colección estatal carece hasta la fecha de trabajos anteriores a 1937, a excepción de la obra concebida como cartón para tapiz Caracol, mujer, flor y estrella (1934), esencial dentro del periodo biomórfico de Miró. Entre las cuarenta pinturas que integran esta colección destacan algunas como Retrato II (1938), por suponer un giro radical respecto a su obra anterior. Además, Libélula de alas rojas persiguiendo a una serpiente que se desliza en espiral hasta la estrella cometa (1941), una donación de la viuda del artista a los fondos del Museo del Prado. También destacan Pájaro en el espacio y Pájaro en el espacio II (1965), y los grandes lienzos Mujer entrando en trance por la huída de las estrellas fugaces (1969) y Paisaje (1974).
Para esta exposición se ha querido mostrar la totalidad de las pinturas, esculturas y dibujos, además de una selección de los grabados y libros de artista. Así, las obras seleccionadas dan cuenta de cómo, entre 1954 y 1959, Miró decide abandonar la pintura sobre lienzo y se concentra en la cerámica, el grabado, la litografía y la obra monumental, pudiendo a través de esta última solucionar las cuestiones espaciales que más tarde plasmará en su obra pictórica. La destreza técnica adquirida y el enorme dominio de las posibilidades de la obra gráfica que alcanza el artista queda demostrado en obras presentes en la exposición, como Polifemo (1968) o El ciclo del herrero (1964), en la que incorpora el collage, aportando con ello una nueva dimensión táctil. Dos amigos o El exiliado negro (1969) para las que pone en práctica la técnica del carborundum.
Para Miró el grabado era un medio de liberación y de ampliación de descubrimientos. En sus últimos años se entrega con gran libertad a la creación de obra gráfica. Entre los últimos veinte grabados que realizó en 1981, prácticamente inéditos y presentes en esta exposición, destacan La vendedora de colores y la serie Allegro vivace por derrochar frescura y vitalidad.
Las esculturas expuestas pertenecen a la etapa de madurez del artista y se pueden distinguir, por un lado, en los bronces como Torso de mujer y Mujer y pájaro (1968) y, por otro, en las realizadas con objetos cotidianos, como la denominada Reloj del viento que fue creada atravesando una cuchara a una caja de sombreros de la tienda de su amigo Joan Prats. En la exposición se encuentran además las trece esculturas protagonistas de la última exposición del artista en vida que tuvo lugar en la Galería Maeght y que fueron realizadas entre 1981 y 1983.