
Bajo el nombre artístico de “Gecé”, Ernesto Giménez Caballero (Madrid, 1899-1988), polifacético intelectual y figura clave de la vanguardia madrileña en los años veinte y treinta, es también autor de un conjunto de más de sesenta carteles literarios, realizados entre 1925 y 1927.
En ellos despliega todo su bagaje poético, crítico y artístico en el que se reconoce la impronta de la poesía visual de los caligramas de Guillaume Apollinaire; la transformación de la página en escenario de un collage de imágenes heterogéneas, según la manera futurista de las parole en libertà de Filippo Tommaso Marinetti; y como apunta Martí Perán -comisario de la exposición- la síntesis (y juego) entre registros textuales (verbales) y visuales como propone Francis Picabia en las páginas de 391.
Los carteles reunidos para esta exposición -organizada por la Universidad de Barcelona en colaboración con el Centro de Documentación y Biblioteca del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía- pertenecen a la colección del editor catalán Gustavo Gili. A medio camino entre el collage y el poema visual en tanto que conjunción de elementos plásticos con otros poéticos, estos carteles encierran una función crítica a través de la glosa a una publicación concreta pese a que en general se ocupan de un personaje -como en el caso de Musa de Muñoz Seca, El poeta Alberti o El Marqués de Bradomín se hace sansculotte- o de su trayectoria literaria, tal como se refleja en Cinco fases de José Ortega y Gasset o Estratigrafía de Ramón Pérez de Ayala. Con un tono característico de declaración de vanguardia, Gecé define del siguiente modo sus carteles literarios: “Son una mezcla de literatura y plasticidad, de anuncio y biografía, de banderola y aleluya, de luz y de pregón, públicamente, expresivamente moderno”.
Fundador y director de la revista La Gaceta Literaria (1927-1932), Giménez Caballero expone por primera vez sus carteles literarios en Madrid a finales de 1927, en las salas de las Ediciones Inchausti y poco después en Barcelona, en las Galerías Dalmau en enero de 1928. Pese a la escasa repercusión que tuvieron entre la crítica, cabe destacar la visión del escritor Lluis Montanyà sobre estos carteles, quien destaca que “su función es actuar como respuesta gráfica inmediata en la cual se esquematizan los puntos esenciales de la obra o del artista que es objeto de la glosa”. Esto es, y como señala Gecé y recuerda Perán, “el cartel se presenta como la forma visual de una opinión, en lugar de construir un juicio discursivo”. Así, síntesis (en la formulación del mensaje) y simbiosis (en la técnica empleada) se convierten en las características principales de estas obras, las cuales acaban adquiriendo la categoría de objeto estético completo.
Datos de la exposición
Universitat de Barcelona, Barcelona (15 junio - 16 julio, 1994)
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