Javier Riera (Avilés, 1964) cuenta con una amplia trayectoria artística en la que explora las posibilidades de la práctica pictórica por una vertiente que se acerca tanto a las poéticas de lo sublime como a las geometrías que pulsan el orden interno de
El artista se centra a lo largo de su trayectoria en la descripción de las energías que configuran las formas de la naturaleza y en la capacidad de la geometría para representarlas. Su obra se manifiesta con una calma excepcional y revela una relación equilibrada entre emoción y razón, en la que la luz siempre ocupa un papel fundamental, con un sentido similar al que tiene en la pintura barroca. La luz abstracta que emana de la pintura deja el tiempo en suspenso y otorga una existencia permanente a las cosas.
En Noche Áurea, Riera realiza un importante giro en su trabajo hacia una exploración del medio fotográfico que el artista siente como continuación de su obra pictórica. La pintura abandona el soporte tradicional del lienzo para expandirse y, expresarse en otro medio, con un especial interés en la experiencia de la luz y el modo en que ha sido registrada por los pintores, para proponer diversas formas de representar el mundo, incluyendo su curiosidad por los instrumentos ópticos, como la cámara oscura.
Las fotografías analógicas que el artista obtiene, tras largas exposiciones nocturnas, son parte de un proceso integral en el que es primordial experimentar el paisaje. Riera escoge aquellos paisajes en los que intuye el eco de algo que está en la propia naturaleza. Busca un momento determinado en el que la luminosidad no parezca tener que ver con el transcurrir del tiempo y proyecta dibujos geométricos de diversa procedencia y con una definida fuerza simbólica. Tal es el caso de sus mandalas, laberintos y espirales celtas, que contrastan con la irregularidad del paisaje, dando lugar a la “superposición de dos matemáticas diferentes” que no entran en conflicto. La luz no sólo ilumina el paisaje sino que lo moldea, impone su propia arquitectura. La presentación de su obra en soportes de pequeño tamaño persigue una cierta intimidad con el público y una relación silenciosa que suscite la visión interior y emocional de la naturaleza.
Datos de la exposición
Publicaciones del Museo Reina Sofía