Federico García Lorca (1898-1936)

La exposición se inicia con la infancia en su ciudad natal y la posterior integración en la vida cultural de Granada, donde conoce a Juan Ramón Jiménez y a Manuel de Falla. La influencia de ambos marca el estilo de su poesía y su inclinación por la cultura popular, y se desarrolla en la exposición bajo el término de “jondo”. Posteriormente, Lorca se traslada a Madrid y la estancia en la Residencia de Estudiantes constituye un episodio fundamental. Las oportunidades de éxito y su amistad con Salvador Dalí, Luis Buñuel, Pepín Bello o Maruja Mallo, entre otros, activan su trabajo y su creatividad. Su viaje a Nueva York y la escala en La Habana, le permite lleva a cabo la conjunción entre el mundo moderno y la cultura popular en la ciudad símbolo de la modernidad.

El encuentro y la amistad con Dalí durante diez años, constituye un hecho crucial que da lugar a la formulación de una iconografía y un ideario propio, presente tanto en su labor literaria como dibujística. Por otro lado, añade a su poética elementos populares de las tradiciones españolas, en la que destaca la influencia de dos de sus amigos: el torero Ignacio Sánchez Mejías y la bailaora conocida como La Argentinita. Al tiempo, también aglutina en su vida y obra aspectos más cultos de música, pintura, cine y poesía, sin olvidar su admiración por la obra de Luis de Góngora.

Lorca conoce enseguida el éxito de sus obras teatrales y poéticas, donde las actrices contribuyen a la favorable recepción mundial de su trabajo en ciudades como Montevideo o Buenos Aires. Además, su pasión por el teatro convive con su vertiente popular y social en proyectos como La Barraca y en su colaboración con grupos independientes como el club teatral Anfístora.

Respecto a las temáticas, para la soledad, encuentra en la imagen y en la metáfora de la sombra su mejor encarnación. La alegría y la tristeza, la fiesta y la tragedia, son dos caras de la misma realidad y de una intimidad necesaria. La máscara, la rosa y la mariposa ahogada en un tintero son algunas de las figuras con las que el poeta se identifica en sus versos, que convierte en vía para expresar su malestar, propiciado por las hipocresías sociales de la época.