Cristino de Vera (Santa Cruz de Tenerife, 1931) comienza su trayectoria artística en la España de los cincuenta. Expone por primera vez su obra en una exposición colectiva en
Las raíces de la tradición barroca y la influencia de personalidades como el pintor Daniel Vázquez Díaz y el poeta adscrito al ultraísmo Adriano del Valle son determinantes en su formación. Su gusto por el género del bodegón se debe en gran parte a Francisco de Zurbarán y Giorgio Morandi, artistas que comparte peso pictórico en la trayectoria del tinerfeño con maestros como Van Gogh, cuya obra conoce en 1960 gracias a una beca de estudios de
Dos años antes el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía homenajea al artista con una exposición retrospectiva titulada Cristino de Vera. Dibujos que acerca al público a los dibujos de este artista, cuyo reconocimiento tardío se debe en gran parte a su vocación anacoreta. Esta característica, junto a la temática religiosa de sus trabajos, hace de él un artista paradigmático para ser expuesto en el Monasterio de Santo Domingo de Silos. El recogimiento y silencio de la Abadía se encuentran también en sus obras, preocupadas por el tratamiento metafísico de la luz y la profundización en los motivos a través de la repetición.
Las cincuenta y dos obras expuestas en esta muestra están fechadas entre 1998 y 2001 y han sido producidas expresamente para esta ocasión. Denominadas genéricamente Silos y realizadas todas ellas con plumilla sobre papel, estas obras surgen del contacto con el espacio monacal, cuyo primer contacto tuvo Cristino de Vera a través del poema de Gerardo Diego titulada El ciprés. Lo visitó por primera vez a finales de los años sesenta y ahora vuelve a reencontrarse con la quietud y espiritualidad de un lugar que ha albergado con anterioridad la obra de artistas como Antoni Tàpies, José María Sicilia, Joan Miró, José Manuel Broto, Esteban Vicente y Miquel Barceló.
La tinta china empleada por el artista en estas composiciones de pequeño formato dibuja motivos religiosos como cuencos o pequeños cálices, cruces, velas, crucificados de los que no llega a enseñar el rostro y calaveras. Entre ellas destacan algunas como la serie de trípticos del 2001 titulados Tríptico de las cruces I, II y III; Gran cruz negra en Silos (2001) que tiene su homóloga en Gran cruz blanca en Silos 2001;
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