Organizada en tres grandes áreas (dibujo, pintura y escultura) relativas a la producción de Alberto Giacometti (Borgonovo, Suiza, 1901-Coira, Suiza, 1966), la exposición Alberto Giacometti constituye la primera retrospectiva de este artista en España. Esta muestra se plantea con el objetivo de contextualizar su trabajo y señalar sus adscripciones y posicionamientos desde los hitos y nombres propios que jalonan su trayectoria artística y vital, los cuales no sólo inciden en su trabajo sino que también permiten que éste saliera de los marcos estrictos de lo artístico. Se insiste pues, en la reciprocidad entre su biografía artística y su obra, entre la que se incluye la literaria (notas, escritos sobre su trabajo y diarios). Por otro lado, y unida a la anterior premisa, la exposición desarrolla una línea de lectura que quiere destacar la idea del oficio del artista en Giacometti, donde sobresale el dibujo como medio primordial.
Giacometti se instala en París en 1922 y completa su formación en el estudio de Antoine Bourdelle. Enseguida se vincula con los artistas y escritores del círculo de la revista Documents, lo que coincide con sus primeros contactos con los miembros del grupo surrealista, donde será admitido pero también excomulgado en 1935. Durante sus primeros diez años parisinos, conviven en su lenguaje plástico la gramática abstracta de la síntesis formal con la subversión de formas y los juegos surrealistas, asentados en ocasiones en la sinestesia, como el caso de Objet désagréable à jeter (1932) o de Pointe à l´oeil (1931). Paralelamente, a mediados de los años treinta practica el diseño y crea piezas de mobiliario, junto a su hermano Diego y en colaboración con los diseñadores Jean-Michel Frank y Elsa Schiaparelli.
Con la Primera Guerra Mundial como escenario e instalado en Ginebra, entre 1942 y 1945 sobrelleva un giro en su concepción del trabajo de artista: abandona el propósito de identificación con la vanguardia y “recupera la memoria de la Historia del Arte”, la asume y se confronta con ella. Además, a partir de ese momento, su mayor proximidad con el círculo de intelectuales existencialistas (Jean-Paul Sartre en particular) tiene un correlato en su trabajo. En esa época realiza obras cada vez más reducidas en tamaño, con lo que pretendía lograr una mayor intensificación de la relación del hombre con el espacio (existencial), pero también, en otros casos, ganan en estilización hasta hacerse filiformes (La forêt, 1950; Homme qui chavire, 1950-1951). La búsqueda y representación de esa noción de espacio, de ocupación y de restricción también se advierte en sus dibujos, en sus lienzos (al crear marcos pintados dentro del lienzo) y en sus esculturas, ya sea en las denominadas “Plazas”, como en las “Jaulas”. En esta concepción espacial y en el modo de construirlo se aprecia la lección de Paul Cézanne, reconocida por el propio Giacometti.
La exposición se completa con un considerable conjunto de fotografías con las que se ha querido construir una singular biografía visual e íntima de Giacometti a través del objetivo de gente anónima y de amigos.