Sala 420
En 1960, después de una serie de negociaciones y convenios de carácter político entre España y Estados Unidos, se inauguraron dos exposiciones de arte español en la ciudad de Nueva York, considerada en ese momento capital de la modernidad. En dos museos emblemáticos, el Guggenheim y el MoMA, las muestras Before Picasso, after Miró y New Spanish Painting and Sculpture, respectivamente, contribuyeron significativamente tanto a la internalización de los artistas españoles presentados como a extender una nueva imagen cultural del país.
La labor de la política exterior del régimen de Franco y el establecimiento de las relaciones bilaterales España-Estados Unidos originaron, entre otras acciones, la visibilidad e internacionalización del arte español contemporáneo. El 21 de junio se inauguraba en el Museo Guggenheim organizada por su director, James Johnson Sweeney, Before Picasso, after Miró. La muestra, que tenía como objetivo «ilustrar la continua vitalidad de la pintura en España», partía de Isidre Nonell y reunía, además, una selección representativa de obras de dieciocho creadores del momento, con edades comprendidas entre los veinte y los cuarenta y un años, para incidir en la influencia que había ejercido Miró en el arte venidero. Apenas un mes más tarde, el 20 de julio, otra de las instituciones principales de la capital, el MoMA, presentaba la exposición New Spanish Painting and Sculpture, comisariada por el escritor Frank O’Hara. A partir de cincuenta y cinco obras, entre las que se incluían también piezas escultóricas, se incidía en las características intrínsecas de la diferencia como una constante del arte producido en España.
Muchos de los artistas elegidos estuvieron presentes en ambas exposiciones (Rafael Canogar, Modest Cuixart, Francisco Farreras, Luis Feito, Lucio Muñoz, Manuel Millares, Manuel Rivera, Antonio Saura, Antonio Suárez, Antoni Tàpies y Manuel Viola). Solo una mujer estuvo representada: Juana Francés en la exposición del Museo Guggenheim. Como señaló de forma temprana la crítica, los dos proyectos plantearon aspectos comunes a la vez que presentaron notables divergencias. En relación al montaje, el Guggenheim expuso las obras en unas paredes blancas con gran iluminación mientras que el MoMA eligió el color gris y optó por tener menos luz en sus focos. New Spanish Painting and Sculpture estuvo, posteriormente, circulando durante un año por distintas ciudades.