Sala 205.16
La cámara y el cuerpo. Fotografía internacional en los años 30

En los años veinte y treinta, el cuerpo y el no-cuerpo fueron objeto y sujeto fotográfico desde múltiples perspectivas. Además de la aproximación más clásica que estudiaba el cuerpo humano como fuente de posibilidades formales, con la piel desnuda como superficie que capta la luz de forma única, las técnicas experimentales y transformativas de la fotografía posibilitaron la creación de imágenes que fueron expresión visual de ideas concebidas por autores vinculados al surrealismo.

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En los años veinte y treinta, el cuerpo y el no-cuerpo fueron objeto y sujeto fotográfico desde múltiples perspectivas. Además de la aproximación más clásica que estudiaba el cuerpo humano como fuente de posibilidades formales, con la piel desnuda como superficie que capta la luz de forma única, las técnicas experimentales y transformativas de la fotografía posibilitaron la creación de imágenes que fueron expresión visual de ideas concebidas por autores vinculados al surrealismo.

El París de los años treinta fue un punto de encuentro para fotógrafos procedentes de Alemania, Hungría, Estados Unidos y la propia Francia. Aunque con estilos diversos y sin un manifiesto ni movimiento definido, se les dio el nombre de «Escuela de París» debido a la común reivindicación de una estética moderna, así como a las interrelaciones, intercambios e influencias mutuas.

La fotógrafa Germaine Krull, de origen alemán, publicó en 1930 el porfolio Études de nu, con veinticuatro fotografías de desnudos femeninos y una introducción donde explicaba su concepción de la fotografía como oficio de artesano y como testimonio de su época. Krull incluía la expresión «Miroir reformant», extraída de un texto que le dedicó Jean Cocteau, donde le decía: «Eres un espejo reformante. Tú y la cámara oscura obtenéis un mundo nuevo, un mundo que fusiona la maquinaria con el alma». La visión innovadora de Krull fue compartida por coetáneos como el francés Eli Lotar y el húngaro André Kertész. Los tres publicaron en el prestigioso anuario Photographie, editado por Arts et Métiers Graphiques, y en la revista Vu, publicación fundada por Vogel que se autodefinió como reinventora de la fotografía, debido al papel protagonista que le otorgó en sus páginas. 

Man Ray fue uno de los fotógrafos más activos en la exploración de las posibilidades experimentales de la fotografía, y lo hizo tanto en sus trabajos más personales como en sus encargos comerciales para publicaciones de moda. Directamente conectado con el surrealismo, Man Ray hizo uso de estrategias fotográficas –tales como la solarización, el desenfoque, la fragmentación, la rotación o la distorsión– que producen un extrañamiento del cuerpo que ilustra el concepto de lo informe, descrito por Bataille. La categoría de lo informe, que permite romper con cualquier estructura organizadora de la realidad, puede visualizarse a través de un cuerpo fotografiado desde ángulos extraños, con encuadres parciales o con efectos desnaturalizadores.

En 1938, Man Ray participó en la Exposition Internationale du Surréalisme, celebrada en París. En ella, una sección titulada Les Plus belles rues de Paris recreaba una avenida flanqueada por maniquíes intervenidos por artistas como Salvador Dalí, Joan Miró, Yves Tanguy, Maurice Henry, Sonia Mossé, Marcel Duchamp, André Masson, Max Ernst, Man Ray, Wolfgang Paalen, Kurt Seligmann, Óscar Domínguez o Léo Malet. La figura de los maniquíes concentraba multitud de conceptos vinculados al surrealismo y fue muy frecuente en su imaginario y simbología. Los maniquíes personificaban la idea freudiana de lo siniestro, estaban dotados de ambigüedad, eran objeto erótico, y al mismo tiempo dotaban de corporeidad a las fronteras entre lo vivo y lo inanimado.

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