Sala 208.02

Las duras condiciones en el campo y los bajos salarios provocaron, hacia finales del siglo XIX, un aumento del sesenta por ciento de la población de las capitales de provincia españolas en apenas cuarenta años. Esta llegada masiva de trabajadores de las zonas rurales hacia las ciudades trajo consigo un gran déficit de vivienda que acarreó la proliferación de barracas y chabolas, lo que fue conformando esa imagen de ciudad insalubre en la que se libra el conflicto social de la clase obrera. Ninguna urbe queda exenta de este problema, si bien afectará especialmente a los núcleos industriales más desarrollados como Barcelona, Madrid y Bilbao.

En ese momento, se evidenciaron las carencias y necesidades que presentaban los hogares del momento, lo que motivará que, desde el mundo de la arquitectura, se planteen diferentes soluciones tales como viviendas comunales, ambiciosos programas de vivienda pública y cooperativas y colonias industriales, que tienen como principal objetivo garantizar unas condiciones mínimas de habitabilidad e higiene para la clase obrera.