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Arte pop y geografía política

El caso español

En España, durante los primeros años de la década de 1960, la actualización del discurso oficialista de la dictadura coincidió con la celebración de los 25 años de paz que, convertidos en reclamo turístico con el eslogan España en paz posibilitó un ejercicio de modernidad a través de soportes como la publicidad y el diseño de carteles. Fotógrafos como Ortiz Echagüe y Kindel (Joaquín del Palacio), o equipos de diseño gráfico como el Grupo 13 se abrirán camino dentro de estos medios, institucionalizando una imagen que no se correspondía con el verdadero contexto político y social de la época.

 

Obra gráfica del Grupo 13

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Spain is “Different. Visit Spain. Dirección General de Turismo, 1958. Fuente: Colección del Centro de Documentación Turística de España, Instituto de Turismo de España www.tourspain.es

Ese aperturismo se empezó a percibir en las políticas del régimen a partir del nombramiento de Manuel Fraga Iribarne como titular del Ministerio de Información y Turismo, en 1962. Esto posibilitó la introducción de imágenes antes insólitas en la vida cotidiana a través de los medios de comunicación, como la televisión y las revistas ilustradas en color. Suya es la afirmación: “Tenemos una España en paz […] que es interesante y que es diferente”.

Se apostó por el turismo como estrategia para mejorar la recién inaugurada economía liberal, al tiempo que se convierte en un importante medio propagandístico de las “bellezas” de España. Para ello se recurrió a esos estereotipos de una España diferente, con los que se quería atraer al turismo extranjero y que contrastaban con la realidad social de un país inmerso aún en un sistema dictatorial marcado por la censura.

A través de diferentes medios para la promoción turística, se difundía un eslogan publicitario que ya había sido utilizado anteriormente, el cual reivindicaba precisamente esa “diferencia” como una característica esencial de nuestro país: Spain is Different. Este eslogan fue utilizado fundamentalmente en el diseño de carteles, en los que la fotografía comenzaba a imponerse por encima del dibujo como manera de certificar esas diferencias.

Ese desarrollo de la fotografía también contribuyó a la proliferación de proyectos en los que se evidenciaba la persistencia de los estereotipos femeninos de la época a través de mirada masculina. El Álbum de Isabel, de Gonzalo Juanes, recogía una serie de retratos donde se plasmaba la imagen de la eterna novia. En el terreno de las publicaciones, fue fundamental el papel de los fotolibros. Palabra e Imagen, de la editorial Lumen, fue una de las colecciones de fotolibros más importantes a principios de los sesenta, en la que la labor de diseño y edición se sumó al trabajo de destacados fotógrafos y escritores. Fue notable el caso de Izas rabizas, y colipoterras, título que abordaba el espinoso tema de la prostitución con un texto escrito por Camilo José Cela a partir de una selección de fotografías que Joan Colom había tomado en el Barrio Chino de Barcelona. En el contexto de la promoción turística oficialista, Xavier Miserachs planteaba una visión crítica del fenómeno en Costa Brava Show, un proyecto personal que aceptó publicar Kairós en 1966, otorgándole la misma libertad que le había dejado disfrutar dos años antes la editorial Aymà con el fotolibro Barcelona blanc y negre. Fueron también proyectos críticos Cabeza de muñeca de Acosta Moro, calificado en su época como “libro protesta”, y Antifémina, de Colita y Maria Aurèlia Capmany, un ensayo exhaustivo sobre la situación de la mujer en la época.

Reformulación del arte político

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Triunfo, portada, n.º 423, año XXV, 11 de julio de 1970. © Cortesía de Triunfo Digital

La pretendida indiferencia de las pinturas pop norteamericanas, de origen duchampiano, era del todo imposible en una España en la que el contexto impregnaba la vida cotidiana de implicaciones políticas. Los pop españoles procuraban forjar conciencia y despertar inquietudes políticas a través de la ironía y una pintura más fría, más distante que la generada por el Informalismo, al tiempo que no solo se servían de imaginería perteneciente a los medios de masas, sino también de la cultura e historia del arte españoles.

En este contexto de profundos cambios sociales y de sensibilidad que imponía una reformulación del arte político, se fueron forjando nuevas propuestas, interesadas en la crónica del presente, aunque no tan directamente relacionadas con la movilización antifranquista como el caso del grupo Estampa Popular. El realismo aparecía como el germen inspirador de la nueva figuración crítica, valiéndose de las herramientas del arte pop, a las que otorgaban un eminente carácter de reivindicación política y social.


Equipo crónica. El realismo socialista y el Pop Art en el campo de batalla, 1969

Grupos como Crónica de la Realidad, origen de Equipo Crónica y Equipo Realidad analizaban con un espíritu crítico, las imágenes que se producían dentro de la cultura popular, para llegar a un arte social que transmitiera unos nuevos valores y una nueva ética que trataba de abrirse paso frente a la iconografía de la cultura de masas, con su carácter alienante dentro de la sociedad de consumo y del espectáculo. Equipo Crónica, Equipo Realidad o Eduardo Arroyo tuvieron ya por entonces bastante visibilidad y eco internacional (recordemos por ejemplo su presencia en la Biennale di Venezia de 1976).

¿Fue el pop español exclusivamente masculino?

En el seno de estas propuestas, las artistas comenzaron a consolidar su propio trabajo y sumarse a los discursos antifranquistas, exigiendo un cambio político y haciendo crítica social, en especial a través de sus ataques a la representación de las mujeres: por una parte rehuían de los estereotipos y denunciaban las contradicciones del sistema, como en el cómic de Elsa Plaza Una vida (1978); por otra, ponían en evidencia y denunciaban ese imaginario de “hembra” además de los comportamientos machistas presentes en la obra de algunos de sus compañeros de generación, como podemos ver en la obra de Equipo Crónica Soul Test (1966).

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Se analizaban de forma cáustica los medios de comunicación y la cultura popular como instrumentos que propagaban y potenciaban los estereotipos y los comportamientos sociales, culturales y sexuales normativos. Sus creaciones se apropiaban del imaginario popular para poner en evidencia cómo los roles de género, que se ponían en práctica desde el ámbito familiar hasta el público y se proyectaban por la sociedad de consumo, no eran más que asunciones. Por ejemplo, uno de los eventos más mediáticos, como la celebración del certamen de Miss España, utilizado por el régimen como un acontecimiento que posicionaba a España en la “normalización” mediática, era utilizado desde la perspectiva de la alienación del cuerpo femenino como objeto de consumo visual.

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Fotografías de los talleres, carteles e inauguraciones del trabajo conjunto de los artistas y las artistas pop

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