Picasso grabador. Colecciones del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

22 septiembre, 1993 - 31 enero, 1994 /
Edificio Sabatini, Planta 3, Gabinete de papel
Pablo Picasso. Joie maternelle, 1922. Arte gráfico. Colección Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid
Pablo Picasso. Joie maternelle, 1922. Arte gráfico. Colección Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid

Pablo Picasso (Málaga, 1881 - Mougins, Francia, 1973) trabaja el grabado a lo largo de toda su trayectoria, aunque con mayor intensidad a partir de los años treinta. En este momento se afianza su lenguaje y se advierte cierto cambio de estilo, al conceder un progresivo protagonismo a los aspectos gráficos. En la faceta de Picasso como grabador se aprecia la insistencia en unos asuntos vinculados con la tradición clásica literaria o extraídos de ella, que resultan más propensos a la narración. El tema del pintor y la modelo o el mito de Minotauro se incorporan entonces a la iconografía picassiana, aparecen de manera recurrente durante su carrera y también encuentran su correspondencia en el ámbito pictórico.

Esta exposición presenta una selección de grabados de Picasso que forman parte de las colecciones del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. El Museo cuenta con ciento treinta grabados, realizados en distintas técnicas y fechados entre 1922 y 1972. El grueso de ellos se concentra en sus tres grandes series: Suite Vollard (septiembre, 1930 - junio, 1936), Suite 347 (1968) y Suite 157 (1970-1971). El resto, se vinculan en su mayoría a la génesis del Guernica (1937), como Minotauro ciego guiado por una niña I (22 septiembre, 1934), a su vez relacionado con Minotauromaquia (1935), o los ejemplos Mujer llorando I y Mujer llorando II, ambos fechados el 2 de julio de 1937.

Cabe mencionar también los dos grabados de la obra Sueño y Mentira de Franco (enero, 1937), primer trabajo de compromiso político con el que manifiesta su oposición al levantamiento militar contra la República en julio de 1936. Además, por sus referencias iconográficas y literarias, estos dos grabados muestran la influencia de Alfred Jarry, Georges Bataille y la imaginería popular desarrollada en el frente republicano, en una doble pieza concebida desde el punto de vista de la composición como las aleluyas y los pliegos de cordel tradicionales.

En la práctica del grabado Picasso no establece diferencias respecto a su lenguaje pictórico, de tal manera que también compatibiliza una figuración caracterizada por formas y soluciones clásicas en líneas, volúmenes y composiciones, con los giros hacia un vocabulario de deformaciones, torsiones y excesos anatómicos.

Las obras presentadas revelan una unidad y coherencia dentro del conjunto de la producción de Picasso en pintura, dibujo y grabado. Dos factores destacan especialmente, la temática y la datación rigurosa de cada obra. Picasso traslada también a los grabados este hábito que adquiere en su juventud y que dota a su trabajo naturaleza de diario artístico. Respecto a los asuntos abordados, el más recurrente es el pintor y la modelo -que en su caso alcanza categoría de género-, así como la configuración de su personal mitología, en la que combina lo autobiográfico con los valores simbólicos a partir del mito del Minotauro.